Orlando Amores Terán
Luego de tres décadas de cleptopopulismo, soportamos la década más infame 2007-17, donde sentaron las bases del narcoterrorismo, autodenominado socialismo del s.XXI, que instauró el narco-Estado vigente, con destrucción psicológica de la población, a través de propaganda, hasta provocarnos atrofia mental colectiva: Nos indujeron a odiar al que tiene iniciativa; lo consideramos egocéntrico. Nos persuadieron a castigar a quien tiene éxito, asesinando su reputación, sustrayéndole sus ahorros por medio de impuestos y permisos. Nos inclinaron a considerar que ser pobre, sencillo, humilde y pedigüeño, es una virtud. Nos motivaron a premiar la vagancia y la irresponsabilidad, a través de bonos. Nos impulsaron a denostar lo privado. Nos instigaron a exaltar lo público, subordinándonos al poder temporal, aún cuando sus actos, carezcan de legitimidad.
Nos incitaron a mitificar la democracia, aún cuando sea fraudulenta. Nos hicieron creer que el Estado nos debe proteger, dar educación, salud, empleo. Hoy estamos inermes, frente a la delincuencia; sometidos a adoctrinamiento desde la escuela, no podemos escoger profesión; hay insuficiente atención en los hospitales; solo un 32% tiene empleo; la clase media desaparece, mientras el hampa vinculada al narco-Estado, acumula riqueza y poder. Anularon de nuestras ideas: autodefendernos, autoeducarnos, tener autonomía económica.
Por todo esto, la sociedad no reacciona, como antes lo hacía. Las ideas enfermizas, de aceptación del poder, sumisión, conformismo, victimización, generan sociedades tóxicas, donde prospera el narcoterrorismo. Solo las ideas sanas, crean sociedades vigorosas. Debemos exigir menos intervención estatal, más libertad, menos impuestos, más estímulo a la inversión; cuando premiemos la iniciativa cívica, la honradez, el emprendimiento; cuando despreciemos el burocratismo, recuperaremos la Patria.