Atención sin vocación

Emily Torres Larriva

Cuando nos referimos a servidores públicos, debemos entender que son todos los trabajadores y empleados del Estado, designados por disposición de la Ley, por elección popular o por nombramiento de autoridad competente y me permito citar esta sencilla definición para entender que todo aquel que se encuentre laborando para una institución pública se encuentra prestando sus servicios a favor del Ecuador.

Siempre hemos escuchado quejas de los servidores públicos, es que su emblema ha sido el “mal servicio” pero sobre todo la mala actitud con la cual ejercen sus cargos, especialmente aquellos que realizan atención abierta al público.

Personalmente en los últimos años he visto cambios y mejoras en esta atención siempre cuestionada, sin embargo, hace pocos días palpe que aquella realidad aún se puede vivir en ciertos espacios del sector público. En uno de los Centros de Salud de la ciudad, tres señoritas de mandil me recibieron con actitud hostil y poco amigable, acudí con un niño de pocos días de nacido que necesitaba una prueba del talón, quería información sobre el proceso y la prueba pero no la recibí, luego de varias preguntas me dijeron que no podían atenderme y que regrese al siguiente, simplemente porque estaban ocupadas, simultáneamente, una madre en las mismas condiciones que yo, necesitaba información de vacunas para su hijo pero “sin la cartilla de vacunas” no tenía derecho a consultar nada!

Esta situación deja un mal sabor, preocupación y zozobra, la salud como servicio y derecho fundamental requiere profesionales con vocación, quienes están detrás de este pésimo servicio necesitan dar espacio a gente sensible que se encuentre presta a ayudar y solventar inquietudes.

Este tipo de hechos refleja el arduo trabajo que requiere el sector público para poder plasmar cambios cruciales, carisma y sensibilidad frente a los ciudadanos, son algunos de los requisitos que son importantes para mejorar la atención y calidad del servicio público.

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