A merced de delincuentes

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Ante la atónita mirada de las autoridades, quienes teniendo la solución en sus manos no deciden en favor del ciudadano, sino que les están atando las manos para que los facinerosos hagan lo que se les viene en gana: asaltan, roban, matan, violan, secuestran, etc. Obviamente, ellos sí pueden portar armas en tanto los más vulnerables les está prohibido usarlas en defensa legítima de sus vidas y de sus bienes, por culpa de asambleístas está siendo masacrada y ultrajada la población; no es justo que el ladrón ingrese a un establecimiento el que con tanto sacrificio mantiene y se les lleve todas sus pertenencias e inclusive hasta la vida. 

Al menos permitan portar un arma para utilizar en legítima defensa; sin que tenga que ir a la cárcel quien actúa en estricta defensa; les aseguro que los delincuentes se abstendrían de ingresar confiados, sabiendo que podrían recibir una contundente respuesta de sus propietarios. 

Lo asombroso de estas autoridades que se convierten en impasibles espectadores, solo defendiendo sus puestos, haciendo el show mediático en beneficio de ellos mismos sin preocuparse de la mayoría de a pie que no sabe a quién gritar para que frenen tantos abusos y extorsiones. Pues deben legalizar el porte de arma cuando el ciudadano se sienta amenazado por la delincuencia común. Es el pueblo que está pasando una tragedia y un miedo que se convierte en una conmoción desesperada sin que nadie escuche el clamor de aquel pueblo vulnerable e indefenso.

Con esta prerrogativa legal en favor de los ofendidos, los delincuentes no se atreverían a abusar de los negocios, ni domicilios, ni de las fincas, etc. Por favor ayuden a los que están en desigualdad de condiciones no sean inicuos; debo recordarles, que la inacción es perversión y sería un delito por omisión; es más dejar matar, y robar y extorsionar como lo están haciendo sin que ustedes hagan algo para impedirlo sería un crimen de lesa humanidad ¡Por Dios! hagan algo. Hasta que estos sordos escuchen el grito desesperado de los ecuatorianos. Que Dios nos ampare.

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