Antónimo de corrupción

Rocío Silva

Debe haber muchos ejemplos de profesionales que, por su desempeño en la función pública, se han hecho merecedores de respeto y admiración, sin embargo, esa es una situación extremadamente excepcional, porque la corrupción es un mal extendido, que toma diferentes matices y escalas, va desde el maltrato al usuario hasta coimas onerosas.

En medio de este marasmo rancio, es muy gratificante encontrarse con una profesional empática, amable en el cumplimiento de su trabajo y a quien el poder y la autoridad, le han permitido un desempeño exitoso en su servicio transparente y oportuno; y es que María Eugenia Serrano Abraham, está convencida, que con una actuación límpida en la ejecución de procesos eficaces, eficientes, transparentes y democráticos enmarcados en modelos de gestión integral, se consigue un sistema de trabajo digno, de calidad y solidario para tender hacia la justicia social en igualdad de oportunidades.

La  presencia frágil y dulce de María Eugenia, no dan cuenta de todo el torrente de decisiones y acciones que es capaz de tomar a favor de las muchas personas, que han necesitado de su intervención en los diferentes estamentos en que se ha desempeñado, así, en el GAD Municipal de Ambato en las áreas de matriculación, comodatos, desarrollo social y economía solidaria; y, especialmente ahora, en el Ministerio de Trabajo, a donde acuden usuarios, que muchas veces no cuentan con los suficientes recursos para hacer efectivos sus derechos laborales, María Eugenia pone todo su corazón en la ayuda a todos, porque está convencida que el trabajo es el eje motor de una vida digna,  viene de una familia numerosa de la que aprendió la responsabilidad como primer valor, recuerda con cariño a sus docentes en los colegios Gustavo Egüez y Natalia Vaca, así también es grata por la formación recibida en tercero y cuarto nivel en Derecho en la UTA; sabe que el mejor legado que puede dejar a sus tres niños es el buen nombre. Sí, María Eugenia Serrano es la altiva ambateña que se identifica en la espiritualidad de los colibríes y el trabajo silencioso de la hormiga; factores que deberían encarnarse en cada servidor ya sea privado o público.