Aerosoles

Verónica Narváez

Cuando hablamos de aerosoles nos imaginamos aquellas pinturas que viene en un frasco metálico y que al presionar expulsan la pintura en finas partículas, esta forma de difusión también se da en nuestro cuerpo a través de las cuerdas vocales mientras hablamos o cantamos, de esta forma nuestros aerosoles se extienden y quedan suspendidos en el aire por horas en las habitaciones o espacios cerrados.

Me cuesta pensar que recién un año después de pandemia, la OMS priorice la atención a los aerosoles cuando siendo expertos en el tema permitieron que los esfuerzos e inversión en el mundo se volcaran a desinfectar zapatos o solo superficies hasta calles. Entiendo que son crisis que no se habían dado en 100 años al menos; Sin embargo, quedan muchas dudas en la entidad responsable de la salud a nivel mundial.

Ahora con lo que ya conocemos existe la necesidad de reducir el contagio a través del aire, en una realidad donde usamos mal las mascarillas, oficinas con poca ventilación, es urgente reconvertir edificios y espacios cerrados a lugares abiertos donde circule el aire y prime la ventilación natural.

Además, tenemos que saber que existen equipos como los medidores de Dióxido de Carbono, aparatos sencillos que nos dan un indicador de la concentración de aerosoles, a través de la cantidad de C02 exhalado en un espacio cerrado, lo que nos da indicadores de la necesidad de ventilar las habitaciones.

En efecto, no podemos dejar las mascarillas, debemos ventilar constantemente las habitaciones, reemplazar los filtros de los equipos de aire acondicionado; Y ahora, más recomendaciones propias adaptadas a nuestro Santo Domingo:

Siembre árboles en su barrio (¿Se imagina cómo filtran las partículas una mancha de bambú?), desempolve su bicicleta y evite lugares cerrados.

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