A un hombre bueno

Eddy Arrobo Rodríguez

Eddy Arrobo Rodríguez

Con el debido permiso de este prestigioso diario y de mis amigos lectores, aprovecho esta columna para hacer extensible con profundo pesar y dolor en nombre de toda mi familia, nuestro sincero agradecimiento por tantas muestras de amistad, cariño y solidaridad, por el fallecimiento de mi padre el Sr. Helmer Alberto Arrobo López.

Con el corazón en la mano haciendo una retrospectiva puedo con toda sinceridad señalar que ha partido y nos ha abandonado de este mundo terrenal un hombre bueno, título que no lo concede ninguna universidad, sino los valores y las huellas en el caminar y vaivén de la vida, ya que su virtud fue como el agua, transparente, su bondad lo fue como la de la divinidad, sin artificio, sin esfuerzo, espontánea y natural.

Muchos hallamos refugio con su presencia generosa y la verdad es que quienes convivieron en su cotidianidad laboral, dan fe del bálsamo de su conversación casi narcótica, cuya atmósfera de fondo era una buena melodía, ya sea un tango o la inigualable música nacional, donde además se debatía sobre las noticias, el quehacer político y deportivo, pero sobre todo estaba al orden del día “la tijera lojana” para caricaturizar y reírse con dichos agudos y picantes.

La sociedad lojana tendrá el recuerdo de la grandeza de un hombre que se hizo merecedor del respeto y cariño, por ser un trabajador incansable con carisma natural, sonriente, con una honrosa amabilidad y sencillez, el cual prefirió sufrir de las injusticias antes que infligir una, sufrió en silencio para no estropear la frágil felicidad de los suyos, su paso por la tierra fue de un vencedor, su esencia y recuerdo está intacto en nuestros corazones y nos marca el camino, su don de gentes es el ejemplo para mejorar cada día por lo que su legado brillará en el buen accionar de sus hijos y nietos. Misión cumplida adorado padre, hasta siempre querido y eterno amigo.

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