Turbulencias contra la Constitución

Wellington Toapanta

Lamentable, pero cierto: las esperanzas de sentar bases para un mejor Ecuador se diluyen. Lo muestran las prioridades Ejecutiva y Legislativa que han generado impactos por sus conductas irascibles, como generalidades y fricciones ideológicas al interior de Carondelet y rocambolescas interpelaciones parlamentarias.

Con parcial argumentación constitucional se pretende ‘deportar’ a la vicepresidenta y reestructurar la Vicepresidencia. Verónica Abad Rojas ha dicho que irá a Tel Aviv para “que no se me interponga un abandono del cargo”. En Ecuador se elige presidente y vicepresidente para, generalmente, gobernar desde Quito; se ausentan por razones específicas o por licencia parlamentaria.

El constitucional Art. 149 prescribe que el mandatario asigna funciones al vicepresidente. No define si dentro o fuera del país. Los Arts. 145 y 149 establecen razones similares para el cese de funciones, mientras el 146 y 150 estipulan “ausencia temporal” por “enfermedad u otra circunstancia de fuerza mayor que le impida ejercer su función durante un período máximo de tres meses, o la licencia concedida por la Asamblea Nacional”.

Lo de Abad Rojas sería “ausencia temporal”, no indefinida, como pretendería Carondelet. Si ha decidido irse, para sostener su elección, debe fundamentar la licencia al Parlamento, que tiene la última palabra. Las credenciales viajeras serán de vicepresidenta.

Por Abad Rojas, militante del Foro Liberal de América Latina, el Ecuador podría desvelar la política ecuatoriana sobre la actual ‘conflictividad’ entre Israel y el movimiento Hamás, no de la añeja ‘entre Israel y Palestina’, amainada por el progreso de la ONU de admitir a Palestina como ‘observador asociado’. La vicepresidenta podría coadyuvar para que Palestina sea ‘miembro’ con plenos derechos y obligaciones.

En tanto, la Asamblea Nacional, con actores distintos y a destiempo, fricciona para destituir a Guillermo Lasso que el 23 de noviembre dejó de ser presidente. El Art.  129 prescribe “censura y destitución” al magistrado en funciones.

Lamentable, por intereses se perfilan actores con rictus turbulentos a la abigarrada Constitución. ¿Las esperanzas del “nuevo Ecuador” se diluyen por irascibles que se habrían instalado en el Legislativo y Ejecutivo?