Violencia irracional

El paro violento de junio 2022 cambiará, con profundo dolor e indignación, la idea que tenemos sobre las causas sociales y la lucha histórica del movimiento indígena. Un mal remedo de la revolución ‘castro-chavista’. Un conato de golpe de Estado disfrazando la protesta social. Un adoctrinamiento guiado por la narcopolítica y la infiltración del crimen organizado, según interpretaron la Policía y las FF. AA. Una cadena de actos vandálicos impresentables, la amenaza entrampada, el saqueo a Fiscalía y otra vez a Contraloría, para quemar narcodocumentos; el envenenamiento del agua potable en ciudades, la extorsión en caminos y carreteras, la destrucción ruin del patrimonio cultural y esa estrategia de aterrorizar un país para extinguir el orden constitucional.

El perverso Leonidas Iza, que al parecer quiere tomarse el poder sin elecciones como un jarabe amargo. Regente de la Conaie y pueblos aborígenes, disimulando el comunismo indoamericano. Jefe cacique que enfrentará a la justicia: cómo, cuánto y quién financió la caotización de un país por un capricho. Guionista del uso de los más pobres para empobrecerlos más. La amalgama perfecta con el correísmo de piscina. Relato de una conspiración anunciada y de las órdenes de los ataques terroristas en Puyo y Caspigasí. Rufián de poncho que subió la conmoción social y amedrentador por días y semanas.

Al frente, Guillermo Lasso, una mezcla de inoperancia, ineptitud y negligencia. Un plano lento de ineficiencia, que hasta parece burla para los depositarios de la memoria histórica. El incumplimiento vivo de tantos ofrecimientos de campaña. Salud. Educación. Seguridad. Incertidumbre y nostalgia. La miopía exagerada y el acopio de infinitos errores que le pudieron estallar en golpe de Estado ahora o el próximo año. Esa implosión de una burocracia corrupta llena de jueces y funcionarios desacreditados. Lo inservible para rezar por el oponente de afuera y desatar el colapso de toda una nación.

La escalada de la violencia irracional requiere de mucha lectura, reflexión, consensos y disensos. Por algo, el infalible Carl Schmitt, teórico del nazismo, creía que la incapacidad de instaurar un poder de decisión para acabar con la lucha de clases, justifica, al final, la guerra. Y, solo esa distinción entre ‘amigo y enemigo’ hace la esencia de lo político y justifica la dictadura perpetua. ‘El enemigo simplemente es el otro, el que está en contra de mi posición’. De ahí, la reinvención de la pacificación de todos pronto. La academia invisible que repiense: cómo edificar un Ecuador de paz.

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