Tanta vaina

¿De qué sirve tanta vaina, demagogia, disputas de poder y flashes entre los políticos y las políticas de la capital, si Quito cada vez está peor? Para no llover sobre mojado, la alternativa es compleja: pensar y actuar con hechos acerca de la ciudad que queremos dentro de 30 años, indistintamente de quien la administre. Más allá de los colores, las ideologías, los discursos y las poses de los candidatos y las candidatas debemos llegar a ciertos acuerdos mínimos que deberían ser intocables, venga quien venga o gane quien gane, las elecciones. Esta ciudad debe funcionar, pero no se aceita la máquina, tampoco hay combustible ni operadores.

Entre los acuerdos mínimos de las autoridades capitalinas deberá estar en primer lugar que todos y todas se pongan el mismo overol de trabajo. No nos interesa el chisme, el cuento, los amoríos y las telenovelas en el Cabildo. Lo que sí nos interesa es que esta ciudad sea ejemplar en sus servicios básicos, en la atención al cliente que ofrecen las empresas del Municipio, en el mantenimiento de la urbe, en el sistema de movilidad, en el respeto al otro, en la seguridad, en la convivencia pacífica. Lo demás es banal, superfluo, sin interés. Dejemos para otro espacio la farándula política de quienes la protagonizan y de los parlantes que viven de ella.

Hay temas esenciales que deben trabajarse en tres dimensiones. Una de diagnóstico para sincerar la realidad, aunque los datos sean ciertos, sin dejar de lado la prevención. La segunda es emprender una planificación colaborativa y cooperativa entre varios actores y sectores. Basta que inexpertos, los reyes y las reinas del palanqueo nos vean la cara de pendejos y que los amiguis de las autoridades ocupen puestos de legitimidad técnica. La tercera es proyectar a la ciudad con conocimiento, ética y sensibilidad. Parece mucho, pero realmente es lo mínimo que necesitamos.

Exijamos sus planes a los candidatos y candidatas, programas y proyectos para la ciudad, que nos presenten a sus colaboradores y que nos digan cómo financian sus campañas. Solo después pensaremos por quién votar y para qué.

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