La necesidad de diálogo

Rosalía Arteaga Serrano

Una de las cosas que más agravan las situaciones de las personas, los grupos, los países, es perder la capacidad de diálogo, llegar a un punto en que éste se interrumpe, en que se dejan de utilizar las palabras que limen las asperezas y que se encuentren puntos en común en que se posibiliten acciones conjuntas.

En este sentido, cuando nos aprestamos a un cambio de gobierno, cuando llega gente de recambio joven, con ganas de hacer las cosas y de marcar la diferencia, ese espíritu de diálogo debe persistir, mantenerse aún en el peor de los escenarios, poniendo siempre por delante conceptos como el bien común, como el bien del país.

Si todos los ecuatorianos sabemos cuáles son nuestras prioridades que como nación tenemos, pensamos que no será tan complejo el diálogo para construir la posibilidad de llegar a los consensos. Puede ser que la forma o los mecanismos sean diversos, pero nadie puede desconocer que temas como seguridad, educación, salud, generación de empleo, son asuntos urgentes que ningún gobierno debe desatender.

Para ello deberán establecerse los mínimos a los que se puede llegar en el tiempo que tendrá el futuro Gobierno para hacerlo. Sabemos que es un tiempo extremadamente corto y hasta escaso, pero suficiente para poner las bases que sustenten un futuro mejor.

El que tengamos ubicados los temas comunes no implica que se desconozca la envergadura de los retos a emprender, ni tampoco que se vayan a encontrar soluciones completas, pero sí caminar en conjunto hacia las metas que se establezcan en los diferentes ámbitos.

La gran interrogante es, ¿podrán el Ejecutivo y la Asamblea Nacional caminar juntos en estos temas, sin los cálculos políticos mezquinos y pensando solo en lo que es mejor para el país? Esperemos que así sea.