La democracia está en crisis

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

Experiencias de muchos países ejemplifican el tipo de alianzas que, con frecuencia, llevan al poder a figuras autoritarias. En todas las democracias, la política afronta momentos difíciles por las crisis económicas, el descontento de la población y el declive electoral de los partidos políticos tradicionales que se aferran al poder para seguir disfrutando de la serie de canonjías a las que están acostumbrados.

Si surge un desconocido carismático que desafía al viejo orden establecido, puede llegar al poder sin mayor complicación. Ha sucedido en el Ecuador y otros países de América Latina, en el que estos personajes han logrado alcanzar el poder mediante las alianzas más inverosímiles, para luego modificar la organización y estructura del Estado, escondiendo una línea populista. Esto los lleva, además, a convertirse en aspirantes eternos, dictatoriales y enardecidos con tal de permanecer en sus cargos eternamente.

Es muy difícil pedir al pueblo luchar por la democracia y la libertad cuando no se puede evitar la subida del costo de vida, mientras la corrupción sigue enraizada en diferentes instituciones públicas y privadas. Cuando la narcopolítica ha penetrado en la sociedad y la esperanza de liberar a los corruptos permanece incólume, se mantienen la tensión y la angustia que impone el crimen organizado. La abdicación de la responsabilidad política de muchos ecuatorianos que ocuparon cargos de responsabilidad es el primer paso a la autocracia, convirtiéndose en cómplices directos para que personas sin escrúpulos ni conocimientos lleguen al poder.

Cuando los partidos políticos rompen filas para escoger al líder despótico, lo hacen tácticamente para no perder el control en las instituciones del país y conservar el poder, apoyando a su gente con el engaño populista y la coima permanente. La incapacidad de los partidos tradicionales para forjar mayorías parlamentarias lleva a la desesperación entre sí, para mantener ocupados a dirigentes y a la gente que vive de los negociados, las dádivas y el control de ciertos movimientos sociales, obreros y sindicales.