Hay que saber mirar atrás

Rodrigo Contero Peñafiel

Mirar atrás con prudencia permite valorar los resultados de los años vividos, analizar nuestras acciones y las consecuencias de estas, sean positivas o negativas, a fin de estar dispuestos a luchar por nuevos y mayores sueños. Vale la pena mirar atrás para mejorar el futuro, más nunca para vivir aferrado al pasado. Si se recuerda todo lo vivido es para aprovechar la experiencia obtenida y trabajar por el presente.

Cuando se vuelve la vista atrás hay que hacerlo con prudencia porque se corre el riesgo de quedar atrapado en la nostalgia, restando importancia al presente y se arriesga el futuro. Los problemas del momento requieren soluciones inmediatas que nos impulsen a un futuro mejor sin excusas de ninguna naturaleza. El poeta español Antonio Machado decía: “Se hace camino al andar y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”. Todos debemos preguntarnos, ¿vale la pena mirar al pasado?

Siempre hay tiempo para rectificar cuando se toma consciencia de los errores cometidos, porque nos permite planificar un futuro mejor. Quienes persisten en los errores se convierten en un problema para la familia, la sociedad y el país; solucionarlos, permitirá a las personas crecer como seres humanos y dejar de ser inconscientes, testarudos o querer vivir el presente oprimidos como esclavos de una ideología o un caudillo que les somete la consciencia.

La principal causa para detener el futuro son los paradigmas, ideas o ideologías que someten la mente de la gente con discursos, campañas, dádivas, bonos y ofertas que nunca se cumplen, ya que están sujetos al criterio de los caudillos y el compromiso de grupos organizados para delinquir y quebrantar la justicia de muchas maneras. Es importante por tanto reforzar la cultura y la tendencia progresista con personas preparadas y profesionales que entiendan de honestidad, cultura, economía, problemas sociales y comunitarios para reforzar y modernizar las instituciones del Estado, alcanzar el adelanto del país de acuerdo a la realidad, y no convertirse en esclavos del pasado con gente nociva que solo mira sus intereses personales y familiares.