Quito, elecciones y campanas

Sara Serrano Albuja

En ‘Ciudad en Vilo’, Filoteo Samaniego escribe así de Quito: “Templos de oro,/ en guardia y homenaje/ del silencio sin nombre,/ de las manos sin nombre,/ del corazón a secas./ Ojos propios de la imagen, diríase,/ y no abalorios,/ sollozo y dolor de veras,/ selvas del hombre nuestro y permanente,/ del escultor de nombre como música:/ Pampite, Caspicara,/ Sangurima nombres de verdad,/ como mensajes./ Cuando la paz ganaba los espacios, de pronto sonaban las campanas, en el mejor silencio./ Teníamos que oírlas, desde la madrugada./ Su múltiple repique llenaba los oídos/ con son de ceremonia./ Había que escucharlas, que entenderlas,/ que acatar el sonoro mensaje pronunciado/ desde las altas torres…”.

¿Han escuchado los candidatos a las profundas campanas de Quito? ¿Han escuchado a la ciudadanía participativa e informada de Quito? ¿Qué harán los candidatos respecto a la crisis económica que vive Quito con el desempleo más alto del país? Quito, la ciudad que más impuestos paga, la que se ha jugado por las causas nacionales desde 1592 y antes, no ha tenido, estas décadas, presidente ni vicepresidente ni otras dignidades de legítima representación.

¿Cuánto le importa al poder clientelista o al CNE que Quito sea Patrimonio cultural de la humanidad? Quito ha enfrentado la destrucción, el saqueo, la degradación de sus lugares simbólicos, de sus museos y espacios fundamentales como el Centro Histórico, asediado por la delincuencia; politiqueros pasarán al lado oscuro de la historia por esto.

El actual y el anterior mandatario no han logrado resarcir el daño hecho por la corrupción populista que costó miles de empleos y golpeó, especialmente, a la capital del Ecuador. A los totalitarismos de cualquier extremo, no les interesa la clase media. Si algunos candidatos se muestran como puntales de la lucha anticorrupción, entonces deberían equilibrar sus listas con la representación y reivindicaciones de Quito que se ha jugado por la historia patrióticamente desde 1592 y antes. Las campanadas son esperanza de bien cuando acompañan a las propuestas ciudadanas. No más traición al voto de Quito.

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