Promesas para corto tiempo

César Ulloa

No cabe la demagogia para gobernar un tiempo tan corto, en medio de las turbulencias actuales y las que se vienen con fuerza. A partir de noviembre de este año, cada minuto cuenta para el nuevo presidente. Pero si desde el inicio, el huésped de Carondelet busca la reelección, entonces deberá redoblar esfuerzos. Sin embargo, los retos son enormes y los recursos son muy escasos, aunque varios sectores dicen que si no se robara tanto, la plata alcanzaría para todo y para todos. Suena bonito, pero la frase queda corta mientras haya impunidad, rabos de paja y ruletas de intereses girando todo el tiempo.

No hay otro camino que la priorización de temas para el nuevo mandatario. Acá no caben la lluvia de ofertas, la pirotecnia ni la verborrea. ¿Cuáles son esas apuestas hacia delante que se deben relevar? Sin duda, el combate contra la inseguridad que pasa por el eje esencial de la inteligencia, el equipamiento tecnológico, las garantías para quienes combaten el crimen organizado, la narcopolítica y la corrupción, y la defensa de la ciudadanía. De manera simultánea, está la restauración de la confianza interna y externa para generar empleo, evitar que los jóvenes e incautos sean caldo de cultivo para las mafias y que la gente emigre como a fines del 2000.

El acceso a la educación en todos los niveles es impostergable. Basta una dolorosa viñeta: cerca de 200 mil jóvenes quedan por fuera del sistema universitario, además de que tampoco tienen trabajo. Miles de ellos están convencidos de salir del país y enfrentar el infierno del Darién. Son capaces de vender el alma al diablo y acariciar el “sueño americano”, emigrar después con sus familias, dejar todo atrás porque vaciaron la esperanza en su propio país. Los chulqueros están en su mejor momento, extorsionando a esos miles de jóvenes que se van con deudas.

Finalmente, si uno de cada tres niños tiene desnutrición crónica, las medidas deben ser emergentes: agua potable, alcantarillado, vacunas, atención médica, desayuno escolar, dignidad. Todo lo demás es populismo. Ya no estamos para vender el alma al diablo ni escuchar falsos mesías.