La factura al pueblo

Alfonso Espín Mosquera

La historia del país y el mundo demuestra que los gobernantes han sido incompetentes, irresponsables y  pícaros, porque desde sus cargos han tomado pésimas decisiones o se han enriquecido a costilla de los medios públicos, pues son contados los que escapan a estos avatares y se los puede llamar honestos.

Da la impresión de que somos dos grupos de seres confrontados y enemistados: los gobernantes por un lado y la ciudadanía por otro. Los primeros, que son la minoría, empecinados en llegar al poder para cuadrarse y sacar provecho de sus cargos con cualquier tipo de fechorías y los segundos, el pueblo, dedicados a trabajar para subsistir y tratar de sacar adelante a sus familias laborando a brazo partido.

Vale la pena preguntarse por qué tenemos esos mandatarios y, surgen algunas respuestas: o porque hay que ser sinvergüenzas para encaramarse en el poder para hacer negociados, robos y patrañas a como dé lugar, o porque siendo ociosos, les pesa ganarse el pan con el sudor de la frente y por eso hacen de la política una forma de vida fácil que les permite, sin muchos esfuerzos, poder y dinero.

Hoy vivimos esta crisis en el país, producto de la miseria humana, de la inoperancia y la prepotencia de quienes ancestralmente utilizaron los fondos del IESS, por ejemplo, como caja chica o, a nombre de inversión decidieron utilizarlo todo, como si fuese dinero sobrante, además de cumplir demagógicamente con sus seguidores, afiliando a medio mundo, cuando escasamente la seguridad social alcanzaba para los aportantes.

Siempre la factura le pasan al pueblo, él es el máximo afectado. Ningún gobernante se hace cargo de sus actos mal hadados, como ahora en que por la debacle que vive el Seguro Social, hay que pensar en reformas que significan más años de trabajo, más edad para la jubilación, mayores descuentos y menores ingresos, mientras los gobernantes que son los que nos han llevado a esto, siguen discutiendo nuestra suerte como ‘analistas políticos’ y lo que es peor, algunos poniéndose de candidatos o colocando títeres para seguirlos manejando en función de tapar sus delitos y continuar ejecutando lo que les dé la gana.

Una cosa es gobierno; otra, Estado. Lo primero es pasajero, lo segundo es eterno, pero los politiqueros una vez ubicados en sus puestos confunden todo y manejan los bienes del Estado como propios. Hoy mismo cuantos GAD, a lo largo y ancho del país, están en plena campaña política en favor de sus líderes, desde luego gastando los fondos del país para ver cómo reponen cuando lleguen al poder sus candidatos.

Es posible que las reformas sean una salida para la crisis del sistema de pensiones, pero sería pertinente que los que se han robado los fondos públicos devuelvan lo cogido para compensar el hueco financiero de esa institución, así como dispusieron a su antojo de esos dineros que ni eran del estado y peor de sus bolsillos particulares.

Cada ladronzuelo que ha defraudado al país, debe devolver con creces lo que se llevó, pues más allá de que pene tras las rejas, es necesario que se repongan los fondos que tanta falta le hacen, en este caso a la Seguridad Social y su gente.