¿Prensa irreverente?

La estructura de impunidad del sistema de justicia viene atada al lenguaje de la mala política y a los nulos espacios de deliberación pública. Una especie de visiones antagónicas radicales contrapuestas: democracia versus dictadura, el pronombre ‘nosotros’ versus los ‘otros’, la trama de corrupción versus niveles de tolerancia, la libertad de expresarse versus la definición histórica del racismo; o las ideologías, izquierda contra derecha y la gran ciudad versus campo. En fin, la dualidad del bien contra el mal en la vida cotidiana pero sin tercera vía, ni neutralidad ni dirección.

En tiempo de ‘encuentro’, según la categoría que usa el gobierno, falta la postura crítica desde el centro y lo neutral al tomar decisiones y replantearse el análisis político. Falta el centro, invisible a veces porque supone algo tibio, timorato, o lleno de incertidumbre. Pero, partir de ser neutral es básico para escoger un contralor de cuentas públicas, un alcalde y un Defensor del Pueblo pues la neutralidad valorativa exige seleccionar un personaje objetivo y direccionar un buen periodismo para no tragar entero. No más ladrones ni violadores en altas funciones públicas. Ni tampoco el ‘show man’ que enfoca problemas sociales. Ni cortes idóneas para juntar perdón, usura y olvido.

Jorge Yunda y Cynthia Viteri son ejemplo de impunidad y desmemoria. El político sin valentía ni escrúpulos para reconocer errores. Uno que firma negocios, zapatea en plazas y mercados, y tranza con leguleyos el futuro de una urbe quebrada, todo ya en el estribo de su deplorable mandato; y la otra, que olvida cuando cerró un aeropuerto internacional e inauguró la peste mortal desde un partido de fútbol. ¿Y nadie lo vio? De ahí, el espejo del desgobierno, mutismo e injusticia en las principales ciudades ante la delincuencia callejera, narcotráfico en escalada y el crimen sofisticado casi tecno.

Una señal nada alentadora para la salud de nuestra frágil democracia y para el profesionalismo del periodismo como contrapeso del Estado moderno. Sin duda faltan organizaciones de la sociedad civil para exigir más debates, tecnologías y calidad informativa. Falta documentar mucho y deliberar temas en universidades renovadas ante los retos de la prensa libre. Tanto en política como en periodismo, hay que escuchar víctimas y fijar victimarios, verificar datos y sobre todo abrir diálogos como tercera vía.

Por impunidad y desmemoria germina la prensa irreverente y libre.

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