Iza y La Posta

El primer programa de La Posta, en TC el domingo pasado, nos puede llevar a pensar, temerariamente que como sus protagonistas se mostraron coincidentes con el señor Guillermo Lasso en su campaña, entonces sus actos actuales tienen que responder a una suerte de “pacto” con el presidente de la República y su gobierno. Eso sería un despropósito; primero, porque el comportamiento de Vivanco y Boscán, sin desmerecer sus investigaciones periodísticas, siempre ha sido irreverente, grotesco en ocasiones o informal por decir lo menos y, segundo, porque programas como los del domingo no le benefician en nada a la imagen del gobierno actual, que entiende bien que no solamente hay que ser, sino parecer.

Vale recordar también que las movilizaciones indígenas de octubre de 2019 fueron una demostración de vandalismo y atropello al ser humano, a la propiedad privada, pues no se respetó nada ni a nadie, se tomaron rehenes y se destruyeron y quemaron bienes públicos, como el edificio de la Contraloría, actos todos que generaron el repudio ciudadano y que no deben repetirse jamás.

Definitivamente, no fue correcto por violento o intransigente que se haya mostrado en sus actuaciones el presidente de la Conaie, calificarle e insultarle públicamente, situación que afecta también a su familia y entorno, porque estoy seguro, además, que quienes hacen La Posta valoran el esforzado trabajo del campo y, en un afán de romper esquemas tradicionales en TV, se les fue la mano, se equivocaron.

Lo correcto debe ser colocar cada cosa en su sitio y no lucubrar temerariamente a nuestro antojo. Por ejemplo, no sería la peor ni la mejor Ley de Comunicación, la que se promulgó en los tiempos correistas. Lo peligroso es el pensamiento popular que dice: “hecha ley, hecha la trampa”, como cuando se redactó el reglamento que viabilizaba la aplicación de ella para convertirla en un instrumento legal de sanción a los medios que no caminaban en la postura política del régimen. Quien nombraba al presidente de la SECOM, ente sancionador, era el propio primer mandatario y lo hacía con el designio de perseguir a la prensa opositora; sin embargo relacionar el programa de La Posta con las acciones que tome el gobierno, como la derogatoria del reglamento a la Ley de Comunicación, no vienen al caso, nos causan daño.

Nadie es “pera en dulce”, dice el refrán criollo. Ni los periodistas de La Posta y tampoco Leonidas Iza, pero todos merecemos respeto y, más allá del error, esta circunstancia ha motivado preocupantemente el pensamiento negativo de varios correistas, quienes irresponsablemente han plagado las redes sociales con mensajes no de apoyo a Iza o de condena a la Posta, sino de descrédito al gobierno y de respaldo a Correa. ¿Habrase visto?…