Mínimo 30%

María Paz Jervis

Esta semana se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos invita a comprometernos en varias iniciativas para combatir esta pandemia social que afecta a toda la humanidad. Y es que en todas partes del mundo las mujeres estamos más expuestas a ser víctimas de violencia; todavía existen brechas profundas entre mujeres y hombres en términos de acceso al desarrollo y en algunos países todavía esas brechas se manifiestan en derechos.

En este lado del mundo la discusión de los derechos está bastante superada y ya existe igualdad plena en términos jurídicos, pero aún esa igualdad legal no se materializa; es decir, que, si bien eliminamos las barreras formales, todavía las mujeres no alcanzamos los niveles de desarrollo que pueden lograr los hombres y persiste desproporción en las oportunidades laborales y económicas.

En el año 2010 surgió en Reino Unido la iniciativa Club del 30%, una campaña liderada desde el sector empresarial que propone incrementar la diversidad y la participación de mujeres en directorios. Busca garantizar la presencia de mujeres en al menos 30% de los cargos directivos y de liderazgo.

El Capítulo de Ecuador se unió el 22 de octubre del 2021 al clúster LATAM —Colombia, Brasil, México y Chile— para lograr una mayor representación de mujeres en todas las Juntas Directivas y C-Suites de las empresas más importantes del Ecuador para 2025 y al menos un 30% para 2030. La campaña busca impulsar, en el sector privado y público, y tratar a la diversidad, género e inclusión como cualquier otro objetivo estratégico organizacional para una transformación cultural. El 30% Club Ecuador y sus miembros se comprometen a:

–   Diagnosticar su empresa/organización para medir su línea de base.

– Establecer un objetivo de al menos el 15% de mujeres en sus Juntas            Directivas y C-Suites en los 2 primeros años como miembros.

– Impulsar el desarrollo y uso de mejores prácticas para lograr una transformación cultural hacia la diversidad, género e inclusión.

Todas las iniciativas encaminadas a erradicar la desigualdad entre hombres y mujeres valen la pena. Además de la pérdida en términos sociales, esta desigualdad supone una afectación económica y de crecimiento a las empresas y por ende a los países. Pero quizás el gran desafío que tenemos aún pendiente es abrir el debate de la redistribución de las tareas de cuidado y del hogar al interior de las familias. Cuando podamos equiparar ese rol social y familiar tan relevante, garantizando mayor equidad entre hombres y mujeres sin descuidar el núcleo familiar, podremos pensar en desarrollo económico, social y humano más potente.