El poder de los hábitos

Lorena Ballesteros

Cuando en 2021 cumplí con mi meta de leer 100 libros al año, decidí que, si ya lo había alcanzado una vez, debía sostener el reto en el tiempo. Fue así como tracé un objetivo a mediano plazo y fui considerando todas las acciones que acompañarían a mi reto, uno que inevitablemente transformaría mi identidad.

No faltaron las personas que miraron con asombro cuestionador a mi “supuesta hazaña” y trataron de visualizarme como un ser extraño que se pasa todo el día leyendo. “Seguramente no tienes hijos”, me dijo alguien. A lo que contesté: “tengo una hija y también los dos hijos de mi esposo”.  “Entonces, debe ser que no tienes trabajo”, no tardé en responder: “escribo para una revista, mantengo una columna semanal en La Hora, alimento el contenido de mi cuenta de Instagram Booksbylolita, doy asesorías de comunicación y manejo proyectos de relaciones públicas, también formo parte de la fuerza de ventas de una empresa que comercializa productos biodegradables”. Y para despejarle más inquietudes le dije, “también nado dos veces a la semana y los otros hago ejercicio en un gimnasio, hace un año terminé una maestría y en mi casa tiendo camas, cocino y lavo platos”. Con eso, la persona indagadora dejó de cuestionarme.

Les cuento esto porque cuando alcanzas tus metas y obtienes resultados satisfactorios no faltará quien ponga en duda lo que has logrado. No creo que lo hagan de mala fe. Pero, sí estoy convencida de que intentamos poner en duda lo que otros consiguen porque le tememos a nuestra propia improductividad. Vivimos en una época en la que todos “pasamos a full” y eso sirve de excusa para llenarnos de malos hábitos y desechar la posibilidad de incorporar buenos hábitos a nuestras rutinas.

Cuando miro a quienes entrenan para competir en un Ironman o correr una maratón, no dejo de sentir orgullo, pues seguramente han entrado en una rutina exigente, pero sin descuidar tareas laborales y familiares: ese es el poder de los hábitos. En mi caso, leer 100 libros al año ha implicado ver menos televisión, limitar mi tiempo en redes sociales para no perderme en el scrolling, silenciar a los grupos de WhatsApp y madrugar a diario para leer en esas horas de silencio. Asimismo, procuro no trasnochar y aprovecho hasta el tiempo de ejercicio para leer, pues lo hago también mientras estoy en la elíptica o a la caminadora.

Como dice James Clear en su libro ‘Hábitos Atómicos’, “el deseo de cambiar tu estado actual es el que te empodera para tomar acción. Si te repites constantemente que algo es prioridad en tu vida, pero nunca actúas para conseguirlo, entonces es que realmente no lo quieres”.

Por lo tanto, no hay más que establecer acciones diarias que delineen el camino a la meta. La repetición genera hábitos.  Así que no digamos que no tenemos tiempo. El día tiene 24 horas y ocho las dedicas a dormir, ¿qué haces con las otras 16?