Las encuestas

Pablo Escandón Montenegro

Que son mentirosas. Que manipulan. Que no sirven para nada. Es lo que dicen quienes denuestan de esta técnica de levantar información, mientras que otro sector, busca publicar datos y pagan para que medios y periodistas digan que tal o cual candidatura está subiendo. En ambos casos, no saben realmente para qué sirven las encuestas.

Si usted conoce un político que se va contra esta técnica y que dice que no cree en las encuestas, pues está frente a una persona que habita en el siglo XVIII y que está completamente convencido de que su círculo cercano es toda la opinión pública que necesita para influir en la sociedad.

¿Pero qué son y para qué sirven las encuestas? Insisto, es una técnica de recolección de datos, en la cual las cantidades son importantes para la toma de decisiones. Así de simple, pero hacerlas es algo complejo, pues tienen que ser completamente representativas de lo que somos como población.

Si alguien le dice que no cree en las encuestas, entonces, es de esas personas que no revisa su saldo en la cuenta, ni se cerciora de los movimientos que ha hecho en los últimos meses para confirmar que no le quitaron su plata, o bien, es de esas personas que no sabe para qué o por qué tiene dinero en su cuenta y no sabe cómo gastarlo.

El político es esa persona que debe administrar bien esa información que, en su caso, es oro o como el dinero depositado en el banco, pues si no conoce quién es la población que lo conoce, que lo ignora, que lo odia, que lo ama, no podrá hacer nada en campaña electoral, y un gobierno que no las aplica constantemente, no sabe qué pasa en sus calles ni lo que dice la gente.

Muchos periodistas manejan encuestas y la gente los sigue como si ellos fueron los expertos, pero de ellos, unos cuantos no saben ni siquiera hacer regla de tres, con lo cual mucho menos entenderá la metodología utilizada en la encuesta y solo se limita a repetir los datos finales, y aún peor, los compara con los obtenidos en otras mediciones. Nada más torpe que comparar la opinión de un niño de pecho con la de un jurisconsulto, pues en los porcentajes, los bebés consultados se imponen ante los abogados.

Las encuestas sirven para que el grupo que está trabajando con el candidato pueda reforzar mensajes, para que cambie de tácticas o de estrategias, para que sepa por dónde no debe ir y por dónde sí. Es un elemento más de su panel de instrumentos para llegar a la meta o a buen puerto.

De ahí a que las use para decir que está primero, o que va subiendo y que es el mejor, es una táctica que todos los consultores políticos saben que lo hacen quienes realmente no han subido en la intención de voto ni en la aprobación de la gente.

Así que cuando escuche que las encuestas son mentirosas, tiene que saber quién las hizo: ¿la propia empresa del candidato que obliga a los empleados de las otras empresas a publicar sus producciones en medios sociales? ¿Los datos obtenidos de manera rapidísima en Facebook o en WhatsApp a los amigos del colegio o a los vecinos?

La encuesta que vale es la que no autopublicita al candidato, y la hacen consultores y empresas serias, a las que se les critica que nunca le aciertan y son las perdedoras eternas de las elecciones. Pero sin ellas, no hay campaña, no hay estrategia, no hay contenidos.

Para eso sirven y son las encuestas.