Encuestas ‘increíbles’

A once días de las elecciones presidenciales anticipadas, llama la atención la absoluta incertidumbre que reflejan las distintas encuestas y sondeos de opinión que circulan en el país.

El fenómeno, que se replica en los procesos electorales recientes de este y otros países, responde a una serie de factores que van más allá de la tendencia política que una u otra empresa prefiera favorecer, más allá incluso de la intención de “engaño” que pueda haber y para lo que también se podrían utilizar los datos que arrojan dichos estudios.

Los votantes, entonces, buscan con insistencia entender las tendencias que arrojen un halo de luz sobre este proceso improvisado y atípico, que podría marcar el futuro político del país, en la siguiente década. Confundidos, miran entonces a los medios o “expertos” interpretadores del agregado de datos que, de igual forma, no aclaran mucho.

Lo cierto es que las encuestadoras y sondeos de opinión adolecen de una disrupción similar a la de otras industrias, incluso los medios de comunicación tradicionales. La tecnología destruyó los viejos mecanismos de medición y, más aún, cambió para siempre el comportamiento de sus sujetos de estudio, los consumidores-votantes.

La abundancia de información, la dispersión del electorado y la falta de métodos idóneos para la medición confiable nos coloca en una curiosa situación en la que, como hace más de cuarenta años, el votante deberá tomar decisiones sin contar con data que informe lo que hoy se conoce como el voto útil.

En caso de que todo siga su curso y el Consejo Nacional Electoral desempeñe su tarea democrática el domingo 20 de agosto, el país tendrá resultados que traerán más de una sorpresa.