La diversidad que nos prometieron

La elección del presente gobierno se decidió en gran parte gracias a un puño de promesas un tanto inesperadas pero muy bien recibidas. Una de esas era la promesa del encuentro; otra, la de la diversidad. En su discurso de posesión, el Presidente mencionaba que los ideales de su gobierno servirían para construir un país diverso, en donde todos tendríamos cabida.

Si bien en varios ministerios  especialmente en la Secretaría de Derechos Humanos existe el compromiso de trabajar por la diversidad —esfuerzos que deben ser reconocidos y apoyados—, la falta de diversidad, a medida que se escala a las más altas posiciones de poder, es evidente. Y esto importa, porque es desde allí que se deciden las prioridades del gobierno, cuyo actuar finalmente genera un impacto en todos.

Uno de los ejemplos más llamativos sobre la falta de diversidad fue una foto del equipo que trabajó la “Ley de Creación de Oportunidades”. Un grupo conformado solo por hombres, diseñando una ley para salir de la crisis causada por la pandemia; crisis que ha afectado desproporcionadamente a las mujeres. Otro ejemplo similar es la comisión ad-honorem para redactar la nueva Ley de Turismo, conformada por siete hombres y una sola mujer, que regulará un sector donde las mujeres representan el 65% de su estructura.

Yendo más allá, la diversidad no solo se limita al género. En Ecuador, diversidad significa nacionalidades, etnias y perspectivas socioeconómicas distintas. A falta de inclusión, cabe preguntarse si a dichos niveles al menos existe una sensibilización sobre los temas que afectan a otros grupos. Entre otras cosas, esta sensibilización llevaría a enfocar la atención y las prioridades en quienes menos tienen y en quienes han sido más afectados por la última crisis. Por ahora, no está del todo claro. Una mirada integral de las políticas y acciones que se vayan implementando podrá responder dicha pregunta.