¿Correísmo derrotado?

Italo Sotomayor Medina.

Son varias las voces, tras el último revés electoral del correísmo, que han intentado posicionar la idea de que ha sido derrotado para siempre. El apasionamiento político, sumado al desafecto que estas voces mantienen hacia esa tendencia, les hace desvariar en sus apreciaciones y concluir, sin mayores argumentos, que nunca volverán a Carondelet. Si bien llevan casi 8 años lejos de la presidencia, no es menos cierto que su legado se mantiene vivo en el electorado, manteniéndolos dentro de sus principales opciones políticas para la designación de dignidades a nivel seccional. Muestra de aquello son las victorias en Pichincha, Guayas, Guayaquil y Quito, los 52 representantes que tendrán en la próxima Asamblea y si se quiere, las dos veces consecutivas que han llegado a segunda vueltas en las últimas elecciones presidenciales.

La clave de la derrota del correísmo está en la selección de sus candidatos. Tanto Arauz como González, demostraron estar muy lejos de ser buenas opciones presidenciales. No solo porque fueron vencidos en las urnas, sino también, porque carecen de estilo y discurso propio; todo parece venir diseñado y redactado desde Bélgica. Se limitan a repetir y ejecutar la misma receta que, aunque les ha asegurado varias victorias, hoy carece de la contundencia y suficiencia para transportarlos de nuevo a la presidencia. Volver a provocar la polarización de ideas, sin soluciones efectivas para el Ecuador de estos días, los condena a cometer los mismos errores electorales. Quieren hacer del odio y el resentimiento, su forma gobierno.

El correísmo de hoy es un movimiento fraccionado entre desafiliaciones, triángulos amorosos y ausencia de liderazgos ejecutivos. Ha perdido cohesión y capacidad de evolución frente a los retos y desafíos que el país les propone. Su objetivo de retornar al poder no se debe a la demanda ciudadana, sino más bien, a la de revisar sus procesos judiciales, sacar de la cárcel a sus líderes y permitir que muchos de ellos puedan ser repatriados para ser candidatos. Esa desconexión tarde o temprano pasa factura y, en política, se paga con votos.

@ItaloSotomayor

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