¿Incapaz mental?

Kléber Mantilla Cisneros

La visita a Costa Rica de Guillermo Lasso el día que se aprobó el informe legislativo, casi conspirativo para su destitución, pone el problema de ingobernabilidad sobre el tapete. No es tan simple delegar funciones porque está en juego la intención de segmentar la responsabilidad política frente a la corrupción y uniformar el pensamiento autoritario; negar la evolución del ‘correísmo-morenista-lassista’ y prestar atención a la hipocresía burda. A la doble moral de la diplomacia clientelar mediática. Un acuerdo comercial pomposo y hueco para esquivar las estadísticas de criminalidad (16 asesinatos por día) y el enorme y peligroso riesgo país (1.859 puntos), con todo su pelambre e inestabilidad política.

La gran pretensión: continuar el período presidencial y aspirar al respaldo de Fuerzas Armadas. Incluso, algunos ya sueñan en extender sus gigantescos negocios y pescar a río revuelto. Faltan medicinas, pero el IESS prefiere gastar en una campaña de imagen y propaganda. O, exigir más dinero para cortes y armar militares y policías, pero sin apresar ni depurar jueces y a los generales del narcotráfico; esto en medio de una impunidad atroz y una seguridad inocua e inofensiva. Lo que desencadena en un caos judicial y armado en el país.

Muchos sentimos el deterioro de la educación y reclamamos por la improvisación de autoridades a cargo porque causa temor e incertidumbre. Lidiamos con universidades y colegios más preocupados por los ‘likes’ que por educar. Con miles de jóvenes desempleados a la espera de la primera convocatoria para incendiar las calles. Con la incertidumbre de repatriar millares atascados en la selva del Darién por cruzar Panamá y seguir al norte. Con esa arrogancia oficial dañina trazada por un grupúsculo en el poder y los medios.

Es que sin un sistema educativo eficiente hasta la prensa pierde su nivel argumentativo. Una prensa irrelevante y elitista no explica la cruda realidad de su pueblo ni tampoco le interesa la limitada capacidad de lectura de un mínimo de receptores. En tiempos de sobreoferta de material digital, inteligencia artificial y un paupérrimo nivel de lectura de la clase política, le podrían declarar incapaz mental a cualquiera con tal de reproducir el confort de pocos y mantenerse en el expolio de recursos públicos. ¡A lo que hemos llegado!

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