Hacia una economía peligrosa

Manuel Castro M.

El correísmo —el ideológico, el de sus capos— no cree en la democracia, pues es obvio que el Socialismo del siglo XXI tiene inspiraciones marxistas y métodos populistas para captar el poder y para siempre, desde luego sin el menor interés por la ética o moral: altos exfuncionarios enjuiciados penalmente por crimen organizado, sobornos, peculados, unos fugados,  otros intentando comprar jueces o manipular instituciones como como el Consejo de la Judicatura o el Consejo de Participación Ciudadana, engendros quinta columnistas ingenuos de populismo totalitario solapado.

Desde luego hay que respetar las opiniones no coincidentes con las nuestras, pero no se puede tolerar ideas peligrosas en economía para el país y su pueblo. Engaños edulcorados para obtener votos, pero que en el fondo el correísmo de llegar al poder los implantaría. Sus ideas madres: partido único, economía centralizada, limitación a las libertades de pensamiento y expresión, que ya la hemos vivido durante el gobierno de Rafael Correa.

No es estúpido lo que el correísmo pretende en economía, porque entienden lo que quieren. Es peligroso y negativo. La idea de ecuadolarización propuesta por Araúz y que veladamente trató de calmar la señora González, es la verdadera intención de esa organización. Su medida central es la dolarización digital, o sea el gobierno toma los dólares y paga con cifras digitales. Ese dinero sería supuestamente para realizar obra pública, la mitad para sus capos y la otra para obras mal hechas, entregadas a dedo mediante sobornos, y así, con la creación de trabajos por parte del gobierno, contentar momentáneamente al pueblo.

Conocedores del tema se encuentran alarmados ante tal posibilidad, pues no existen controles ante las heterodoxias de las políticas económicas que podría implantar el correísmo, a pesar de que en la Ley de Defensa de la Dolarización se prohíbe la dolarización digital. Además, se ha consignado que cualquier moneda digital no es sustitutivo de los pagos internacionales; ni de los nacionales, lo que podría dar lugar a que se desate la incertidumbre y la desconfianza con una ola de retiros bancarios, pues se querrá meter la mano a la fuerza de la liquidez bancaria para financiar el gasto público.

Ergo, no hay que caer en engaños de efectos beneficiosos (inversión pública) transitorios. El pueblo tiene que escuchar, le toca, voces razonables que advierten un desbarajuste fiscal y el imperio del crimen.