Esperanza por el cambio

Franklin Barriga

A Zeus, el padre de los dioses entre los griegos, Prometeo le robó el fuego para entregarlo a los seres humanos y dar inicio a la civilización.

 El hecho generó reacción en aquella divinidad que ejerció venganza en contra del titán, al que encadenó en una roca para ser devorado su hígado por un buitre, en el día, mientras en la noche volvía a crecer esta víscera, por lo que el tormento se volvía eterno.

 Zeus no se quedó solamente allí en su represalia, ya que dispuso crear a Pandora, a quien, como regalo de bodas, obsequió una tinaja o caja con la orden de nunca abrirla. Guiada por curiosidad incontenible, Pandora destapó el recipiente, del cual salieron todos los males, con excepción de la esperanza, el único bien que estaba en el fondo. Durante milenios, se generalizó el dicho la caja de Pandora para referirse a las adversidades juntas, como las que siguen golpeando a Ecuador.

 En este contexto, se ha forjado una mala imagen que repercute, sobre todo en el extranjero, en el prestigio nacional y, al interior, ocasiona desmotivación y hasta desobligo, debido a la forma de actuar de personajes siniestros por su desvergüenza y audacia, que permitieron el ingreso y la expansión en nuestro medio de colosales enemigos de la sociedad, amparados por la corrupción, como el narcotráfico y su aliado el crimen organizado.

 Nuestro país no puede seguir por esta ruta decadente e imparable hasta el momento. Se acaba de asesinar, en condiciones incomprensibles, a Fernando Villavicencio, periodista y candidato presidencial cuyas denuncias no deben caer en el olvido, como el mejor homenaje a este ecuatoriano que pasará a la Historia por su valentía y patriotismo.

 La esperanza porque cambie la realidad actual, como mecanismo de paz, reactivación y progreso, resultado de la voluntad y acción de los propios ecuatorianos representados por líderes capaces y honestos, jamás debe faltar ante los infortunios que golpean a nuestra amada Patria.