Estado fallido

Algunos analistas ligeros y derrotistas se refieren al Ecuador como un Estado fallido por culpa del Gobierno y de la política; y los más exaltados y anacrónicos por culpa de Cristóbal Colón, el haber sido colonia española y más dogmas pseudo históricos. Borges el vidente ciego decía: “A todos nos ha tocado vivir los momentos más difíciles” —aserto que demuestra que el destino del ser humano es una lucha permanente; aunque ha mejorado en muchos aspectos, entre ellos que descubrió la libertad, no ha superado problemas sociales, económicos y morales—.

Un Estado fallido quiere decir frustrado, sin efecto, quebrado. Si se hace caso a tales comentaristas apocalípticos, el Ecuador y sus instituciones deben desaparecer, liquidar el sistema que vivimos, apagar la luz e irnos, sin saber a dónde.

Como tal posición es tan teórica como creer que la felicidad, la igualdad, la libertad son fáciles de obtener, se vislumbran tres caminos: 1) Dictadura, cuyos efectos aterradores se han visto en Argentina, Chile, URSS (la del proletariado), etc.; países que han terminado expulsando, a veces, a los dictadores de izquierda y derecha y echando pestes de los militares que han sostenido o sostienen tales dictaduras; 2) Gobiernos totalitarios de izquierda, como los de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, que aparte de que han suprimido sus libertades, su economía centralizada y estatista poco funciona, y el pensamiento individual y la propiedad privada han sido anulados, pese a que han sido el motor de la humanidad. Nuevas e inquisidoras religiones, sin Dios ni ley para el simple ciudadano; 3) Posiciones que llegan prontamente a soluciones sin fatigarse en analizar el mundo; las vivimos en el Ecuador: indígenas que quieren imponer racismo, asambleístas ineptos, gobierno dogmático, reclamos y nada de soluciones o acciones, olvidado que el país es de todos. Su “quiebra”, palabrería; el progreso, tarea pendiente.

Se debe luchar por la igualdad legal, por la creación de oportunidades (que se logra mediante una educación integral y universal) y nunca renunciar a la libertad, verdadera fuente de cambios.