Ecuador en su laberinto

Alejandro Querejeta Barceló

Desde el Gobierno se habla de una multimillonaria inversión en materia de seguridad. Se dice que así se fortalecerían los cuerpos policiales y el sistema carcelario. También habría que invertir, y mucho, en la Fiscalía. Es probable que se incluya un plan para identificar y neutralizar los “puntos calientes” de inseguridad de manera precisa. Pero, desde luego, no todo es tan sencillo.

Serían elementos necesarios, mas no suficientes, para garantizar el éxito de una estrategia como esta. Pero lo bueno de tocar fondo es que ya solo se puede ir hacia arriba. Desde hace ya mucho tiempo se hace presente en el país un dominio criminal indudable en no pocos territorios, agentes estatales coludidos y una desprotección cínica de la sociedad por parte del Estado.

Con el anuncio vuelve a ponerse de manifiesto que la razón de ser de todo Gobierno es gobernar. El anuncio tiene por base que el verdadero sentido que tienen las intervenciones públicas es resolver los problemas de la ciudadanía; un principio que otras funciones del Estado no parecen tener entre los suyos, pues aquí el conflicto se ha convertido en el estado natural de la política.

De manera que, si no hay una concertación a fondo entre ellos, ninguna inversión en seguridad tendrá los efectos que se requieren a corto, mediano y largo plazos. Unos y otros echarán mano al relato del victimismo y el resentimiento que siempre les ha sido provechoso a los autócratas pasados y por venir. Reconocer los errores propios, cuando el poder o la imagen están de por medio, es muy difícil.

Todos han cometido errores, pero unos más que otros. La moral va por grupos. Es moral del “nosotros” (somos el bien), por lo que no nos obliga ante el “ellos” (que son “el mal”). En este escenario no hay ni habrá fuerza policial o militar que baste para prevenir, controlar y tal vez eliminar la delincuencia. Mientras, en este grave problema, Ecuador sigue inmerso en un laberinto sin salida a la vista.

[email protected]