Desnutrición infantil

Rodrigo Santillán Peralbo

El presente y futuro del país está en riesgo si persiste la desnutrición infantil como consecuencia de la pobreza-miseria, falta de trabajo, ignorancia de los padres, incapacidad de las autoridades respectivas para enfrentar el problema y para un mínimo control de precios de alimentos básicos. Además, existen prejuicios que surgen de la ignorancia acumulada y carencia de planes efectivos para luchar contra esa grave realidad que afecta a decenas de miles de niños y niñas, muy a pesar de ciertos esfuerzos que realizan varias organizaciones estatales y privadas.

Se ha llegado a establecer que la desnutrición infantil comienza en el embarazo por la mala alimentación de las futuras madres que, también, jamás asisten a un mínimo chequeo médico. Los datos que manejan algunas instituciones públicas y privadas son preocupantes. Así se afirma que: “1 de cada 4 niños y niñas menores de 5 años sufre desnutrición crónica. La situación es más grave para la niñez indígena: 1 de cada 2 niños la padece y 4 de cada 10 presentan anemia. La desnutrición condiciona el pleno desarrollo de un niño y deja huellas para toda la vida”.

En otras palabras, algo más del 30% de niñas y niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica. ¿En la actualidad existen serios planes para enfrentar la problemática? El Ministerio de Inclusión Social y el Ministerio de Salud Pública tienen la responsabilidad histórica de enfrentar la desnutrición infantil que comienza en el vientre materno y se extiende hasta más allá de los cinco años de edad.

Los planes pueden ser buenos si se ejecutan sin permitir que intervenga la politiquería. Es preciso entender que las desigualdades socio-económicas originan estas situaciones que se intensifican y agudizadas en el sector rural.