Christian Zurita, corazón valiente

Sara Serrano Albuja

Ecuador llora lágrimas de sangre por las víctimas de la violencia política. Ecuador llora lágrimas de sangre por el vil asesinato del valiente líder Fernando Villavicencio; lágrimas que, a despecho de los heraldos de la muerte, se están transformando en multitudinarias semillas de vida que se suman a la lucha anticorrupción y claman justicia y paz. Dice el diccionario de la RAE que valiente es una persona “capaz de acometer una empresa arriesgada a pesar del peligro y el posible temor que suscita”.  Christian Zurita, destacado periodista de corazón valiente, fue propuesto como candidato a la Presidencia de Ecuador para ser el sucesor de Fernando Villavicencio en las urnas. El corazón de Christian, desde hace tiempo, palpita con el corazón valeroso de muchos ecuatorianos patriotas que rechazan la corrupción de izquierda, derecha o cualquier color. Zurita enfrentó la persecución, el desempleo, el ataque a su libertad de expresión, todo por haber desenmascarado, junto a sus compañeros, a la delincuencia política. El CNE Caronte, barquero del inframundo, es uno de los responsables del desangre de Ecuador por sus praxis electoral. El CNE, no quiso aplazar las elecciones. Un árbitro justo detiene el partido cuando hay un herido en la cancha, pero el CNE no quiso desacomodar su plan ante el asesinato de Villavicencio ni quiso recibir a Zurita en el vergonzoso debate de candidatos. ¿Por qué el CNE obstaculizó a Christian, y a la 25, como él mismo lo ha denunciado? Ojalá, como ocurre con las investigaciones del FBI en las películas, se pudiera destapar lo que el CNE ha escondido en su Hades. Sería una luz  para las democracias amenazadas de nuestro continente. Ante el magnicidio de Fernando Villavicencio, como un bendecido abrazo, nos llegó un caudal solidario de condolencias internacionales. Ecuador requiere unidad y apoyo real contra esta guerra desigual; el Papa Francisco condenó este crimen y pidió paz. La paz vale más que todos los tesoros, la paz es fruto de la justicia y necesita millones de corazones valientes. Las Escrituras rezan lo que ahora clama el corazón herido de Ecuador: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”.

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