¡Apresen a Glas!

La instrumentación de la justicia para perseguir ciudadanos, sostener la corrupción y replicar los negocios del crimen organizado es un relato social del país del momento. Usar la figura del habeas corpus para liberar ladrones, criminales y delincuentes sucede cuando un narcoestado pierde su capacidad de garantizar la seguridad a la gente y claudica en su defensa del derecho a la vida. Algo fuera de control que nació en la genética de la ‘robolución’ ciudadana y se re-infecta: sinónimo de coima, engaño y sobreprecio.

Suena parecido a un concierto abierto para delinquir, la falsedad ideológica atroz, el homicidio de niños inocentes por droga; el peculado, cohecho y concusión del burócrata y del capo mafioso tras la impunidad de todo. Ese constatar que la autoridad militar persigue periodistas para esconder delitos. Un significado real, concreto y práctico dibuja la liberación mañosa de Jorge Glas y la trama asesina del líder de los choneros, alias JR, para salir de prisión con la alegoría de bombas urbanas. Ese pacto disimulado de ingobernanza y anarquía por el regreso burdo del correato devastador e instalación de la narcocultura y el comportamiento delictivo en municipios y prefecturas.

Hoy es posible alegar hasta condenas del prófugo y cualquier crimen pero la sociedad tiene al juez de Manglaralto en la mira por indigno y amoral; en su momento, fueron los jueces comprados por Jorge Yunda. Tan impropio como aquél sátrapa que escribe en los mal llamados medios públicos y usa la universidad ladina seudoprivada para homenajear atracadores. Ahí el recuerdo colectivo de acosar periodistas, el saqueo macabro del IESS y el despilfarro intolerable con el dinero de policías jubilados.

¿Y el gobierno qué? Tremendo error táctico no recoger la frustración del pueblo, el desempleo, la miseria colocada en franquicias y la expansión del narcotráfico. Torpe perdón callar la lista de Odebrecht y la narrativa de sobornos Arroz Verde. El atraco de Petroecuador denunciado y castigado en cortes de EEUU. Todo eso que no puede ser equivalente a impunidad y menos a olvido. Un tremendo golpe a la quijada de Guillermo Lasso que no deja indiferente a nadie. Por eso, ¡apresen a Glas!

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