¿Antes estábamos mejor?

Ugo Stornaiolo

 La frase, que parece dicha al paso, en la interminable y demagógica oferta de algunos candidatos al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, no es casual. Los candidatos que la pronuncian se identifican con el correísmo, pues utilizan ropa con los colores de esa agrupación (azul y rojo), como antes era el verde flex.

Y como creen que la gente no se da cuenta, siguen empleando esa expresión, demostrando que las leyes electorales son para ellos solo un formalismo y se las pasan por alto, porque nadie se tomó el trabajo de monitorear los contenidos (¿dónde están Fundamedios y Participación Ciudadana?), vestimentas y gestos de estos candidatos, que lo hacen con total desparpajo y sin ni siquiera inmutarse.

Algunos de ellos, como los abogados Dalembert Vera y Eduardo Franco, con claros nexos con algunos de los más sonados juicios que Correa presentó contra los medios de comunicación y los periodistas —caso El Universo y la defensa del exvicepresidente Jorge Glas—, no muestran que vayan a ser una garantía para la participación ciudadana del CPCCS (que, por cierto, es una entelequia que debería desaparecer o perder sus poderes de nominación, como señala una de las preguntas de la consulta popular, a celebrarse el mismo día).

¿Antes estábamos mejor? Probablemente así fue para los exfuncionarios y estómagos agradecidos de la revolución correísta que, de revolución, no tuvo nada. Y lo fue para los grupos delincuenciales, las organizaciones narco criminales beneficiadas por las medidas tomadas por ese régimen, los lavadores de activos, los censores de la Superintendencia de Comunicaciones del inefable Carlos Ochoa, para los organizadores, músicos y gestores de las sabatinas (que se llenaron de dinero), para los autores de la corrupción y los beneficiarios de casos como “Arroz Verde”, en la década perdida.

También para los fugados (como el expresidente Correa), para los que están por obtener su libertad (Alexis Mera), para los que ya salieron de la cárcel con medidas preventivas (Jorge Glas), para la refugiada en la embajada de Argentina (María Duarte), para los que están fuera, protegidos por otros países (Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía, Edwin Jarrín, Carlos Viteri Gualinga, Ricardo Patiño, los hermanos Vinicio y Fernando Alvarado). Para todos ellos, por supuesto que “antes estábamos mejor”. Pero resulta difícil olvidarse de las persecuciones, censuras, ataques, espionaje, muertes, corrupción y violencia de Correa. En realidad, solo ellos estaban mejor…