Remediación en ríos

Kléber Mantilla Cisneros

Cuando un ciudadano no tiene nada que perder ni ganar frente a un relato fabricado para medir la aceptación o rechazo de un gobernante, puede votar ‘sí’ o ‘no’ en una consulta popular, que todo acabará allí. La manipulación del miedo frente a la inseguridad casi nunca ha esclarecido las políticas públicas en defensa del territorio; por el contrario, la aceptación popular le preocupa al fascismo porque le permite a la autoridad unificar sus ideas predominantes y vender humo. Es una mala señal no responderle a tiempo al periodismo de investigación cuando hay pruebas y datos contrastados que salen a la luz.

El portal digital La Posta revive con fuerza el enredo de los sistemas de contratación pública. El talón de Aquiles de Guillermo Lasso por su perezosa comunicación. ¿Manos al fuego por el ‘supercuñado’, Danilo Carrera, que hasta lo apodaron el ‘Gran Padrino’ de las empresas públicas? ¿El operador Hernán Luque, la fábula de Leonardo Cortázar y el inicio del fin de las narcohistorias de Rubén Chérrez Faggioni, el otro mago? ¿Una verdadera narrativa cinematográfica de la Federación del tenis ecuatoriano? En fin…

Hoy se plantea la reducción de impuestos: al plástico, las bebidas azucaradas y la compra de armas. Nada sobre libros, buena educación o intelecto. Lo que sí, algo burdo para contentar a un electorado ambiguo contra viento y marea, pero no para afrontar y tratar de solucionar los problemas sistémicos de corrupción y explotación de recursos naturales.

Si se miran los grupos antimineros, con poder de convocatoria nacional, los contradictores y opositores se desbordan. La economía internacional, en tiempos de guerra, pierde la confianza en el dólar y los mercados optan por un respaldo en oro. Esta situación sube el precio de los metales y la explotación minera se acelera. A su vez, la resistencia en pueblos y nacionalidades se consolida. No en vano, el último encuentro realizado en Latacunga reunió líderes de Chical, Chachi, Cuellaje, las Naves, Pangua, Sucumbíos, Pastaza, Saraguro, Gonzanamá, Molleturo, La Maná, Noroccidente de Pichincha, Napo; todos para tratar el biocidio y las concesiones mineras. Lo complejo, la falta de concertación con habitantes que denuncian la minería destructiva y contaminante que envenena fuentes de agua. Más preocupante, la ausencia de universidades que investiguen la cantidad de mercurio, cromo, selenio, arsénico y cianuro en nuestros ríos y cultivos en la era lassista.

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