Los temas son los de siempre

Alejandro Querejeta Barceló

La idea de futuro, cercano o lejano, pasa por el logro una economía sólida e inclusiva. Una aspiración difícil de concretar, dada la situación delicada que vivimos. En no pocas zonas del país, al margen de los grandes centros urbanos, la pobreza no está en retirada, sino todo lo contrario. Los diagnósticos, convicciones y apuestas resultan difíciles de conjugar.

Lo más notable en nuestra tradición histórica es el populismo. Desde Velasco Ibarra hasta Lasso, pasando por Correa, nos convencieron de que solo ellos y nada más que ellos tenían las fórmulas para construir una sociedad más justados. Nadie sino ellos eran capaces de asumir la dura y agobiante tarea de transformar la realidad circundante llena de pobreza y desigualdad social.

Son los miles y miles que están en el desempleo o los que experimentan un estado permanente de incertidumbre, porque no saben si pronto estarán en una situación semejante. Transitar de lo deseado a lo posible y de lo posible a lo real, sustento de la democracia, requiere una reflexión a fondo de lo que somos como país y de lo que queremos ser en adelante.

Quienes tienen un pensamiento firme y sano no temen confrontarlo con los que sustentan ideas diferentes. Con actitud madura e inteligente se han construido muchos estados modernos y han coexistido culturas diferentes. Hombres y mujeres valientes, limpios de corazón y de decencia comprobada, son ejemplos que repugnan a los intolerantes de siempre.

Hay quienes estuvieron habituados a hacer acrobacias con las estadísticas, para acomodar la realidad a ellas y no que las cifras permitan conocer la realidad. Es un juego engañoso, en que la manipulación política todo lo dispone. Se necesita un compromiso patriótico verdadero un amplio respaldo a la redistribución de la riqueza y a un crecimiento económico fuerte.

Los entendidos suelen decirnos, para preservar nuestra salud mental, que nadie puede dar lo que no tiene o lo que, en concreto, es imposible tener.  Los temas claves que claman por solución y cambio son los de siempre: la diferencia y la desigualdad social, económica, de género y étnica, el poder y la resistencia a él, la violencia y las ideas erradas acerca de la justicia y la libertad.