A ciegas

José Alvear

A ciegas contra el terrorismo, la violencia, el secuestro y el sicariato. Esa es la realidad de nuestro país, con un sector de seguridad poco eficiente y carente de inteligencia. Y no, no me refiero a lo limitado de los funcionarios a cargo de esas áreas, sino de lo ineficientes que pueden ser, porque hoy nos preguntamos, con indignación e impotencia, cómo es posible que organismos externos a las fuerzas del orden, como la Embajada Americana, tengan alertas de actos de terrorismo mientras nuestra Policía, con su ministro a la cabeza, ni se dé por enterada.

Así es, porque nuestra inteligencia policial, que en teoría es la encargada de preservar la gobernabilidad y el estado de derecho a través del orden interno y la seguridad ciudadana, desconocía por completo que el pasado jueves 13 de abril existían amenazas de atentados en varios puntos de Guayaquil.

EE.UU. advertía horas antes de los ataques, a sus ciudadanos, mientras nuestro ministro del Interior, Juan Zapata, estaba totalmente perdido y al día siguiente reconocía su desconocimiento de las alertas ante los medios de comunicación.

Hoy los ecuatorianos tenemos un enemigo invisible, pero poderoso: la inseguridad. Un problema social alimentado por el narcotráfico y las bandas delictivas. Para combatirlo no basta con construir Unidades de Policía Comunitaria o Unidades de Vigilancia Comunitaria, tampoco con repotenciar patrulleros. La mejor prueba de esto es que mientras el gobierno anunció un aumento de 3,31% en el presupuesto para la seguridad en este 2023 ($ 3.364 millones) con relación al 2022 ($ 3.257 millones), el servicio de inteligencia estratégica sufre una reducción del 5.6%, al reducirse de $27.7 millones a $22 millones. ¡Es insólito!

En un país en el que cada día desaparecen 22 personas y 17,4 mueren violentamente, según datos de la Policía Nacional, es urgente reforzar el área que investiga y revela quiénes son los autores intelectuales de la delincuencia para neutralizarlos.

Es fundamental equipar, capacitar e inyectar recursos económicos para que las unidades de inteligencia se infiltren en el mundo de los terroristas y delincuentes. Esa es la forma de abrir ojos y oídos dentro de las filas enemigas, para devolvernos el orden y la calma que exigimos los ecuatorianos con desesperación. Ya no podemos vivir así, porque sin seguridad avanzamos hacia un Estado fallido donde las inversiones se ahuyentan, el desempleo crece, los emprendimientos y negocios pequeños quiebran y la economía en general se detiene.

El modelo libertario defiende el fortalecimiento de cuatro pilares fundamentales para una sociedad más próspera y con el menor índice de delincuencia: educación, salud, justicia y seguridad.

Se requiere con urgencia iniciar acciones para reducir la violencia y reactivar la economía. Porque mientras a los ecuatorianos nos asesinan en las calles todos los días, el actual mandatario habla del ‘asesinato’ de su reputación. ¡Ecuador merece y necesita menos Estado, menos ceguera, más eficiencia y sobre todo, más libertad!