Mafia albanesa

Eduardo F. Naranjo C.

El vocablo es un genérico que hoy se aplica a diferentes organizaciones, que bajo las sombras del anonimato operan actividades criminales de diferente tipo y alcance; el origen es siciliano, pero el término resulta hoy universal.

La ‘mafia albanesa’ se remonta al siglo XV, cuando el príncipe Dukagjini comandó grupos criminales para incrementar poder y cobrar venganza con crueldad infinita, hoy reproducida en los actos mafiosos.

Esta llegó al país en los años noventa. El abundante tiempo trascurrido desde entonces explica su penetración en todos los estratos de la estructura social y económica. Pocos rastros se podrán detectar en la actualidad y su poder imposibilita que autoridad alguna resuelva el problema.

Sus ‘redes’ están casi en todos los países. Se consolidaron en la guerra de Kosovo, situación que aprovecharon para el contrabando de armas y droga. Dispersos, pero conectados, fomentan su poder con montañas de dinero ilícito, incluso en Estados Unidos se escurren. Es una organización que encarna tradición y etnia bajo el ‘kanun’, traducido como ‘código’.

Reclutan ejércitos informales que combinan con bandas locales y suman funcionarios de todo nivel. Así tienen información de arriba y abajo. Las filtraciones de las agencias de inteligencia extranjera, a través de sus ‘comunicadores’ visualizaron el problema; sin embargo, solo es posible contemplar impotentes y con temor las actividades enmascaradas, incluida la delincuencia común, que son parte del diario convivir. Sus inversiones en política son su última estrategia.

“El derrumbe humanístico del siglo XX, que ninguna ideología ha sabido componer”, señala Elide Pittarrello, puede ser un antecedente de lo que gran parte del planeta adolece con relación al orden y la justicia. De ahí que las mafias subterráneas y las otras se apoderen del sistema, en tanto vivimos una sociedad dominada por el miedo y la corrupción.