Por: Daviana Cabezas Cobeña
Estudiante de la Escuela
de Comunicación de la PUCE SD
Luis Gilberto Azocar tiene 48 años de edad, hace un año vino a Ecuador desde Venezuela, dejando a su familia.
Caminando desde Venezuela llegó hasta Perú. El viaje lo emprendió con un grupo de amigos y su pequeña hija de 11 años. En ese país trabajó y aprendió gastronomía, que es famosa en el mundo.
Escuchó la ayuda que ofrece el Gobierno ecuatoriano a los migrantes. Pese a que padece diabetes tipo 2, problemas en el corazón y en los pulmones se trasladó a este país.
Luis no tiene dinero para subsistir, debe comprar medicamentos y pagar la habitación en la que duerme. Indicó que debido al padecimiento que presenta no ha tenido la oportunidad de encontrar un trabajo estable.
Las personas lo rechazan a causa de la herida abierta que tiene en la pierna derecha. En algunas ocasiones, en la noche sufre de asfixia, no puede respirar bien y esto lo obliga a dormir sentado.
Hay días en que no come porque no le alcanza el dinero. Vive solo y no tiene quien lo ayude. Anhela reencontrarse con la familia que dejó en su país.
Perdió a su hija
Luis siempre cuidó de su hija desde que era muy pequeña. Ella lo acompañó en todo momento, sin importar las circunstancias que atravesaban. Cuando llegó a Ecuador, empezó a pedir dinero en las calles, poco tiempo después su exmujer se enteró de la situación en la que se encontraban y decidió reclamar la custodia de la menor. A pesar de lo poco que gana día a día, hace lo imposible para enviarle dinero a la niña.
Ha recurrido a distintos centros de ayuda para migrantes. Estuvo en la fundación Hais, la cual tiene como misión ayudar a los refugiados. En este lugar lo apoyaron con una tarjeta alimentaria. Además, acudió al hospital Gustavo Domínguez para un control médico, pero le enviaron a realizarse un eco doppler, que tiene un costo elevado de 300 dólares.
El dato
Luis era policía en Venezuela, pero la actual crisis económica que vive ese país le obligó a emigrar.