Pilahuín, un espacio de memoria

Varias casas fueron restauradas, están hechas de piedra pishilata.
Patrimonio. Varias casas fueron restauradas, están hechas de piedra pishilata.

Balcones de madera, bancas de piedra y el típico clima de estas zonas, son las señas particulares de este lugar mágico en Ambato.

Esta parroquia fue fundada con el nombre de San Lucas de Pilahuín por Fray Francisco de la Torre el 18 de octubre de 1658, su población es pre inca y por eso a pesar de estar lejos del centro de Ambato, siempre tuvo un lugar importante dentro de la historia.

Aquí se destaca su arquitectura, con la iglesia y su centro parroquial, donde las construcciones datan de inicios del siglo XX, estas fueron restauradas y en la actualidad es uno de los lugares mejor conservados de la provincia.

La principal actividad de sus habitantes es la agricultura y ganadería, además de la fabricación de productos derivados de los lácteos.

Esta parroquia fue fundada con el nombre de San Lucas de Pilahuín.

A pesar de que el centro de la parroquia sea uno de los más bonitos se encuentra desolado, pues según muchos de los moradores migraron a las grandes ciudades.

Habitantes

Doña Rosa Navas tiene 73 años y es de las pocas habitantes que quedan en el sector, sus abuelos nacieron aquí y fueron parte de los comerciantes que en la época vendían de todo en una tienda junto al parque.

“Yo nací y crecí aquí, este es un pueblo bonito, pero como mira ya no vive nadie, pero yo siempre estaré, aquí he de morir”, comentó.

Entre sus recuerdos más grandes están las fiestas, donde los priostes mostraban sus mejores vestimentas y ofrendas. “Aquí hacían los recipientes con flores, eran  grandes para que lleven, a nosotras nos vestían de angelitas, era una belleza”, contó.

Afirma que en las fiestas se veían a los danzantes, a los caporales y reyes magos que vestidos con sus mejores galas, salían al centro de la parroquia.

En lo que hoy es el parque se instalaba la feria de los domingos, por aquí también pasaba la carretera. “Aquí junto a la iglesia todo era de tierra y jugaban la pelota nacional, entre ellos mi papá, hasta ahora tengo la tabla de mi papi”, aseguró.

En este lugar habían joyerías, tiendas, los domingos se vendían diferentes productos, además de un espacio dedicado a la gastronomía donde se ofrecía fritada, caldo de pata. 

“Allá hacían las gaseosas Victoria, al otro lado del parque y había otra fábrica más atrás del estadio, eran muy ricas”, comentó.

Con nostalgia habla del movimiento que se podía ver el domingo, cuenta que muchos de los productos llegaban en burros, incluso el pan que lo traían desde Santa Rosa.

Doña Rosa es alegre, se ríe contando de como debían esconderse para poder ver a sus novios, ella es risueña habla con ilusión de su niñez en la parroquia. “Aquí aún hacen ceremonias en la iglesia, los fines de semana la abren”, comentó.