‘No llores mamita yo me voy a New York’

Gladis, la madre de Juan Gabriel, inmigrante desaparecido, ora todos los días en un altar improvisado.
REALIDAD. Gladis, la madre de Juan Gabriel, inmigrante desaparecido, ora todos los días en un altar improvisado.

Gladis Lozada tiene 53 años y no ha dejado de prenderle velas a dos fotos de su hijo, Juan Gabriel Palán, de quien no sabe nada desde el 29 de agosto de 2022 cuando fue la última vez que habló con él.

En su dormitorio, de dos metros cuadrados y un techo que se desmorona, llora la desaparición de su Juan, como ella lo llama, quien viajó a Estados Unidos el 31 de julio en busca del anhelado ‘sueño americano’.

Con los ojos hinchados y rojos, evidenciando el continuo llanto de la madre, le ora al cuadro de la Virgen del Cisne, de quien es devota desde siempre, y que en esta imagen tiene un vestido con los colores de la bandera de Estados Unidos.

El altar improvisado, en una mesa de madera detrás de un televisor que Juan compró para que ella y su hermano con discapacidad se distrajeran, le ayuda a descargar sus plegarias para que su hijo aparezca.

En ese altar hay un florero hecho de una botella de plástico, en ella coloca girasoles y otras flores que son la ofrenda que le hace la virgen para que sus oraciones sean escuchadas.

La consternada mujer reza mientras su hijo menor, Bryan, la observa desde el filo de la cama, sin entender bien por qué no tienen noticias de Juan y su madre parece estar destrozada por dentro.

 

TOME NOTA
Familiares solicitan a la comunidad de Sonoyta y Arizona 
que si conocen de información que pueda ayudar a encontrar 
a Juan Gabriel Palán se comuniquen, de forma privada y 
confidencial, a los números en 6314081994 en EE. UU. o 
al 0995135222 en Ecuador.

 

 

Anhelo

La cama, la ropa y todas las cosas de Juan están intactas en los rincones que adaptó como anaqueles, pues él solo se llevó un calentador y cuatro camisetas en una mochila la noche que viajó hasta Quito para tomar un avión que lo llevaría hasta Guatemala.

Destrozada contó cómo su hijo, de 35 años y egresado de Ingeniería Civil, se quedó sin trabajo a raíz de la pandemia y se daba los modos para llevar el alimento a su hogar ya que era el sustento de su casa.

Esta necesidad de mantener a su madre y hermano con discapacidad fue la misma razón que lo llevó a migrar, irse y así contar con los medios para cambiarle la vida a su familia.

Juan es soltero, pero siempre se hizo cargo de velar y proveer para su hogar, pues su madre es vendedora informal y sus ingresos son irregulares por lo que era necesario conseguir los recursos para sostenerse los dos, su hermano con discapacidad y dos tíos de Juan, que también tienen discapacidad física.

Mientras limpia sus lágrimas la madre cuenta que el viaje le habría costado 21 mil dólares, pero eso es lo único que sabe, pues Juan jamás le dijo cómo consiguió el dinero y mucho menos con quién emprendía la peligrosa travesía.

 

EL DATO
Juan Gabriel Palán viajaba acompañado de otras tres 
personas, un hombre y dos mujeres. Tres eran oriundos 
de Ambato y solo una mujer era de Guayaquil.

 

 

Palabras que ‘queman’

Mientras Gladis solloza al tomar la foto de su hijo, hace pausas para recordar todo lo que le dijo Juan antes de irse.

Recuerda que días antes de viajar lo notaba raro, por  lo que le preguntó qué le pasaba y únicamente recibió la respuesta de “nada, todo va a cambiar, no llores mamita me voy a New York”.

Y así fue, todo cambió. Tan solo 10 días después de comunicarse por última vez, el 29 de agosto, Juan no la volvió a llamar, ella empezó a angustiarse sin saber dónde está y en qué condiciones se encuentra.

Lo que le dijo en la última llamada fue que estaba bien, que el calor era mucho y que ya no podrá volverla a llamarla hasta llegar a otro punto.

A Gladis se le quiebra la voz y el llanto se hace presente al recordar que ella solo le dijo “mijito hidrataraste por favor, tomarás agüita”, él le pidió la bendición y cerró el teléfono.

 

TOME NOTA
Juan Gabriel Palán estaba entre cuatro 
ecuatorianos que cruzaban el peligroso 
desierto de Arizona.

 

 

No supo más de él, por lo que el 8 de septiembre junto a sus familiares empezaron a averiguar sobre Juan, fue entonces que logró contactarse con un allegado de uno de los compañeros de viaje de su hijo, sin embargo, las noticias no eran alentadoras, pues el otro sujeto había fallecido.

Recibir esta noticia desesperó aún más a Gladis, quien puso en alerta a toda la familia para buscar una respuesta.

Una prima de Juan fue quien se comunicó con 1800Migrante para que lo rastrearan, también pusieron la denuncia en la Fiscalía, pero siguen a la espera de una noticia.

El saber que hay dos instituciones tras el rastro de su hijo ha alentado la fe y esperanza de esta madre que no encuentra consuelo.

Aunque Gladis quisiera dedicar 24 horas a encontrar a Juan, su vida no se detiene y tiene que dividir su tiempo entre el trabajo y el cuidado de tres personas con discapacidad, a quienes ahora dependen únicamente de ella física y económicamente.

Sin embargo, en sus momentos a solas recorre los espacios de su casa, pensando siempre en lo que su hijo Juan le decía, “vamos a arreglar esto y aquello”.

Su vivienda es húmeda y estrecha, poco transitable y nada cómoda para las cuatro personas que viven en ella, pero preferiría seguir viviendo en esas condiciones pero con su Juan y no buscar mejoras a costas del inmenso dolor y vacío que ahora la ahogan.

 

 

 

Más problemas

Además, de buscar a su hijo y cuidar a las tres personas que viven con ella, Gladis debe preocuparse por su salud pues es diabética y ya no está quien le ayudaba a sacar las citas para sus controles mensuales en el Centro de Salud.

Y por si fuera poco, los gastos de la casa y las medicinas de sus hermanos los debe afrontar sola, no recibe ayuda de ninguna persona o institución pese a que ellos tienen carnet del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis).

Mientras seca sus lágrimas, agradece a quienes puedan darle alguna información de su hijo, dijo que en su corazón de madre guarda la esperanza de que su amado Juan esté con vida, eso la ayuda a mantenerse firme a pesar de toda la angustia que la consume por tener por no tener noticias de su hijo.  (CNS)