Elizabeth Sánchez: ‘Sí, este es un sacrificio, pero está cargado de amor y esperanza’

Elizabeth Sánchez a pesar de ser abogada de profesión, se dedica al comercio informal para darle de comer a sus hijos.
Amor. Elizabeth Sánchez a pesar de ser abogada de profesión, se dedica al comercio informal para darle de comer a sus hijos.

Hace poco más de dos años, Elizabeth Sánchez tomó sus maletas y en ellas empacó su anhelo de encontrar un mejor futuro, las esperanzas de darle un mejor porvenir a sus hijos y el inmenso amor que tiene por ellos, para emprender un duro viaje desde su natal Venezuela hasta suelo ecuatoriano.

Desde un inicio la travesía no ha sido fácil, pues primero llegó a Colombia, desde donde tuvo que caminar más de 15 días para llegar a Ecuador y finalmente establecerse en Ambato.

Trochas, caminos vecinales y el duro asfalto, así como el cansancio, la sed y el hambre, junto a su pesado equipaje, fueron sus compañeros de viaje, sin embargo, cada día sus fuerzas se veían renovadas al pensar en sus hijos y en que por ellos hace este sacrificio.

La situación en Venezuela era cada vez más difícil, en mi casa ya no teníamos ni para comer, por eso decidí venirme para acá y así conseguir el sustento para mi familia”, dice Elizabeth.

DATO 
Ella es de Estado Lara y aunque asegura que el camino no ha sido fácil, está dispuesta al sacrificio por sus tres hijos.

Un cambio radical

La abogada de profesión, ahora acomoda en un armador varias toallas de mano, y con unos pequeños ramos de flores, recorre la avenida Julio Jaramillo, lugar que se ha vuelto su sitio de trabajo para conseguir el pan de cada día.

“El trabajo no es deshonra y por mis hijos lo hago (ser vendedora ambulante) sin ningún tipo de vergüenza, ellos merecen salir adelante y no pasar el hambre que se vive en mi país”, dice Elizabeth con la voz entrecortada y los ojos cristalinos por las lágrimas que traicioneramente quieren salir de ellos.

Para ella esa es una de las tantas formas de demostrar su amor de madre, de demostrar que los hijos son su más importante motor para no dejarse vencer, para echarle ganas día a día y buscar, de manera honrada, el futuro que toda madre quiere para sus hijos.

“Sí, este es un sacrificio, pero está cargado de amor y esperanza porque sé que mis hijos tienen para comer, para estudiar y para sostenerse y esperar hasta que podamos estar juntos nuevamente”, comenta con un largo suspiro, mientras sigue su relato y cuenta que su hijo mayor, de 20 años, hace pocos días también llegó a Ecuador y eso le ha dado un nuevo aliciente para su estadía en el país.

A pesar de esa alegría, asegura que su corazón sigue dividido y dolido porque sus otros dos hijos, de 18 y 10 años, siguen en Venezuela a la espera de en algún momento volverse a reunir y abrazarse tan fuerte con la intención de recuperar el tiempo sin verse.

 

“Esta es una experiencia muy dura, muchos nos discriminan, pero cada que eso quiere vencerme pienso en mis hijos y renuevo la fuerza y la esperanza”.

Elizabeth Sánchez,

Migrante venezolana