Trabaja, de 09:00 a 19:00, en una concesionaria de vehículos, pero antes de eso, se levanta a las 05:00 a cocinar (el desayuno y almuerzo) para ella y sus tres hijos de 16, 13 y 9 años.
Así, cuando el día no clarea todavía, empieza la rutina de Lourdes Mantilla, de 34 años. Aunque está casada asegura que es madre soltera, porque antes de la pandemia su esposo viajó a Estados Unidos y se acordó de las responsabilidades con sus hijos únicamente cuatro meses, luego ella ha tenido que vérselas sola para proveer manutención, bienestar e infinito amor para sus tres hijos.
“Para que no estén solos en la casa con la televisión, la computadora o el celular, tienen tareas dirigidas y actividades extracurriculares, estas últimas dos veces por semana”, cuenta Lourdes.
Ella se encarga de todo en su casa y el cansancio y agotamiento suelen ser desmesurados. Eso en varias ocasiones la ha llevado a acudir al psicólogo para encontrar un desahogo por los temores y frustraciones del día a día.
DATO En Latinoamérica hoy en día, alrededor de tres de cada 10 mujeres son jefas de familia.
Atención
El trabajo fuera de casa de las mujeres representó un gran cambio social. De rol de ama de casa y madre dedicada al cuidado del hogar y los hijos, la mujer pasaba a tener responsabilidades laborales que tenía que hacer compatibles con el cuidado de sus hijos.
Trabajar ocho horas o más fuera de la vivienda, atender la limpieza de la casa, el cuidado de los hijos y la alimentación de toda la familia, es sin duda una gran tarea.
Los expertos aseguran que los niños aprenden muy rápido, así que instantáneamente suelen ajustarse a la dinámica en la que se desenvuelven.
El problema radica en que en realidad no son felices en el intercambio, la compensación tiene un efecto corto, ya que lo que en verdad buscan es atención.
Lo que no necesariamente requiere estar todo el día con los hijos para atender su necesidad de atención. Para ello es importante que el tiempo que se les dedica sea exclusivo de ellos, dejando de lado el trabajo y otras distracciones que impidan que el tiempo con los hijos sea solo para ellos.
TOME NOTA Según datos emitidos por la Unicef, los niños de 0 a 3 años se desarrollan y aprenden con mayor rapidez cuando reciben afecto, comprensión, cuidado, estimulación en un medio ambiente enriquecedor y atención de la salud.
Aprender del pasado
Además, señalan que es importante recordar que antes de asumir el rol de madre, fueron hijas de modo que no estará de más que acordarse las experiencias que vivieron en el pasado y la educación recibida de los padres.
Si se tuvo una buena madre y un buen padre, que se esforzaron en cuidarla lo mejor que sabían o que podían, posiblemente asumirá un rol similar con sus propios hijos.
En el caso de haber tenido una mala experiencia como hija, debe asumir que la culpa de lo que haya pasado no era suya.
Muchas veces, niñas y niños que han pasado por traumas por culpa de sus padres, repiten ese mismo patrón cuando tienen hijos.
Este es un tema serio que debe ser tratado por especialistas, pero como madre debe recordar aquello malo que sucedió en el pasado y evitar que sus hijos pasen por lo mismo.
En este caso la clave es aprender de los errores, pero no los suyos como hija, sino los de sus padres para romper patrones que generen más conflictos e inconvenientes entre madre e hijos.
Las madres del siglo XXI tienen un deber enorme con los hijos. Necesitan ser sensibles para expresar sus sentimientos y ser firmes para poner límites.
Los enemigos con los cuales se tiene que enfrentar son gigantescos: la cultura desechable, el consumismo, el hedonismo y la permisividad.
Y no pueden ser tratados como cuando ella era niña o adolescente, por lo que el reto actualmente es mayor.
¿Por qué los cuestionamientos como madres?
Cuestionarse si es o no una buena madre es parte de la descripción del rol de una mamá. Es lo que motiva a las madres a hacerlo mejor y manejar las cosas, incluso cuando cree no poder más.
Por ello, cuando la pregunta ¿soy buena madre? la persiga, no deje que los pensamientos negativos, el miedo o las dudas sean el juez.
La psicóloga Gina Jurado señala que en ese momento: “mira a tus hijos y pregúntate a ti misma si estás satisfecha con la educación que les estás dando, si es así, la cuestión sobre si eres o no una buena madre, se resolverá por sí misma y todos los miedos se disiparán”.
Añade que el amor de una madre es algo importantísimo en el desarrollo de los niños. La madre es un referente, nos da seguridad.
Para un niño saber que su madre (y padre) le quieren y le demuestran cariño, atención, le besan y acarician, es importante para su buen desarrollo físico y social.
Criar hijos independientes
Este punto es vital, porque hay madres que parecen no querer que sus hijos se hagan independientes, les parece que es como que se hacen mayores antes de tiempo.
Sin embargo, lo mejor para el niño es aprender cuanto antes a hacer cosas solito.
Cosas por supuesto acordes a su edad. Por ejemplo, llevar su plato o su vaso a la cocina.
Con 2 o 3 años que comience a ponerse alguna prenda de vestir como su pijama.
Más adelante, lavarse solo los dientes, ducharse solo, esto ya a partir de 5 años y primero con supervisión.
Es importante que cuando los hijos hagan bien alguna cosa, se los felicite y se les haga ver, lo bien que lo han hecho ellos solo.
Si no lo hace bien a la primera no pasa nada, hay que decirle que siga practicando. Esto ayuda al niño a tener más seguridad y a sentirse valioso.
Los prepúberes y adolescentes deben ayudar con las tareas de hogar para que la carga sea menos presionante para la madre, además, con ello se pueden pasar buenos momentos y afianzar los lazos de familia.
Para tomar en cuenta |
Los expertos aseguran que ser una mujer – madre requiere de un sinnúmero de habilidades que pueden mejorarse con algunos tips como:
- No se es una mala mamá por salir a trabajar.
Al contrario, eres una mujer ejemplar y amorosa que hace lo necesario para proveer a sus hijos.
Tú primero que nadie, debes tenerlo claro para transmitirlo a su vez a quienes te rodean, incluidos tus hijos.
- Conversa con tus hijos, ellos deben saber lo que haces cuando no estás en casa.
Si les compartes parte de tus actividades y si conocen los beneficios económicos que esto trae a la familia, entenderán la importancia de tu trabajo, generando para ti respeto y no reproches.
- Amar es educar.
Aprende a poner límites a los hijos, de lo contrario en poco tiempo te sobrepasarán y al ser adultos tendrán muchos problemas para relacionarse con otras personas.
Recuerda ser fuerte, que una carita triste o retadora no te desvíe del cometido. Ser condescendiente les hará más daño que bien.
- Destina tiempo de calidad para tus hijos.
Es un hecho que estar todo el día con ellos no es garantía de nada.
Por ello debes destinar tiempo de calidad con tus hijos, no basta con ver tele juntos o llevarlos a la escuela; se trata de tener una actividad especial que les permita interactuar, comunicarse y mantener fortalecido el lazo afectivo.
Cuidado con esto, pues si lo prometes debes cumplirlo o solo perderás credibilidad.
- Regálate un momento al día para ti misma.
Justo al estar absorbida en las diversas actividades del trabajo y de la casa, es posible que suelas abandonarte y dejarte al final de la lista de prioridades.
Esto es incorrecto y contraproducente, también necesitas atenderte y consentirte para proyectar a los demás todo tu esplendor.
Agenda tiempo para leer tu revista favorita, para la manicura, la mascarilla semanal, hacer ejercicio, etc.