Así se celebraba la independencia en el siglo XX

Actos. A mediados del siglo XX el tren tenía su estación en el parque 12 de Noviembre.

Los festejos por la independencia de Ambato han pasado por varias épocas, donde se han organizador diferentes programaciones, desde ser un espacio para el arte, cultura y artesanía local a eventos de concentración masiva con artistas internacionales.

Jéssica Torres, historiadora de la ciudad, ha centrado varias de sus investigaciones en mostrar cómo fueron los festejos por la independencia en el siglo XX

“Mi intención es ver desde las fuentes cómo se celebra la independencia y cómo se mantiene en la memoria colectiva, es importante esta pregunta porque ya hay estos estudios parea las ciudades grandes, pero no se han hecho para los lugares de los márgenes de las capitales”, aseguró.

En los inicios del siglo XX se llamaba fiesta mayor a la conmemoración de la independencia y era la más importante de la ciudad hasta antes de la Fiesta de la Fruta y de las Flores. 

Organización

Dentro de las investigaciones realizadas por la historiadora se evidencia que esta primera mitad del siglo XX el Concejo Cantonal era el encargado de organizar la fiesta con anterioridad, en ocasiones desde el inicio de la gestión.

Uno de los hallazgos de Torres en la historia de la fiesta es que en los primeros años del siglo XX, el desfile terminaba en el parque 12 de Noviembre, sin embargo, en 1949 debido al terremoto y a los daños que sufrió este lugar, el desfile terminó en el parque Montalvo.

“En esa ocasión se cumplían 129 años de emancipación política. El desfile comenzó en el parque Cevallos; allí fue el lugar de concentración, luego recorrieron las calles Martínez, Juan Benigno Vela, Mera, Bolívar, Castillo hasta el parque Montalvo. El periódico Crónica describe que no pudieron hacerlo en el parque 12 de Noviembre, por encontrarse actualmente cerrado hasta reparar los daños sufridos a raíz del terremoto del 5 de agosto de 1949”, aseguró.

Otro punto importante dentro de la historia de los festejos de la independencia es la obligación del cierre de locales comerciales y dependencias públicas, incluso se contemplaban multas económicas a quienes no cumplieran con esta disposición.

“Por orden superior, se encuentran en la obligación de cerrar los establecimientos a su mando y embanderar la ciudad, por celebrarse en esta ciudad la magna fecha del 12 de Noviembre” (Crónica 1954). Y las sanciones acompañadas de estas disposiciones: “…quienes trabajan sin autorización previa del Inspector Provincial de Trabajo serán sancionados por el mismo, con multa no mayor de cien sucres y menor de diez sucres”, citó Torres.

Actos

Torres contó que el itinerario de este día estaba lleno de actividades en espacios públicos, había un orden en el desfile y las autoridades locales y nacionales participaban en cada acto. “Iniciaba en la intersección de las calles Bolívar y Vargas Torres, hacían paso por las calles Bolívar, Castillo, Sucre y Mera hasta llegar al parque 12 de Noviembre. En el lugar se hacían presentes los discursos, se colocaban ofrendas florales en honor a los caídos en la batalla, se entonaban las letras del himno nacional, el himno de Tungurahua haciendo gala la banda municipal”, aseguró.

Otros actos frecuentes en los festejos por la independencia eran los benéficos, donde se entregaba ayudas económicas a una familia de escasos recursos económicos, estos exigían cumplir conciertos requisitos para participar en el sorteo de hasta 1.000 sucres.

“Tener a su legítimo y exclusivo cargo una familia compuesta por lo menos de cuatro miembros, en su totalidad. Que sea, dicha familia, oriunda o nativa, siquiera en su mayor parte de este cantón, y en todo caso, que tenga residencia fija en él. Carecer de renta propia, segura y suficiente de casa de habitación y de parientes o deudos cercanos y pudientes a cuyos bienes de fortuna pudiesen los interesados tener derecho por causas de fallecimiento o donación de aquellos. Vivir de su empleo o de sus convivientes, su industria u oficios honradamente. Tener buenos antecedentes, gozar de buena opinión y observar y procurar que observen todos los suyos, una conducta y moralidad intachables”, es un extracto de una del acta del concejo cantonal de 1927 y que forma parte de la investigación de Torres.

La historiadora cuenta que había varias actividades para festejar la independencia de la ciudad, incluso la fecha se aprovechaba para inaugurar obras y dar el informe de gestión de las autoridades municipales.

“El proyecto del programa de festejos era socializado en el seno del Concejo Cantonal para ser modificado o aprobado. El presupuesto para la celebración cívica variaba entre la suma de 2.000 hasta 3.000 sucres proveniente de los fondos extraordinarios de la Ordenanza Presupuestaria”, aseguró.

Artesanos y premios

Esta fecha de conmemoración también se aprovechaba para premiar y exhibir lo mejor de las artesanías locales, es así como el Comité de Zapateros ‘12 de Noviembre’ propuso la organización de una feria en el Liceo Cevallos, donde varios productores locales mostraron lo mejor de su producción. “Las premiaciones incluían una tarjeta de oro para el comité organizador, una medalla de oro para el mejor expositor y menciones honoríficas para los participantes”, contó Torres.

Otro aspecto que se premiaba en esta época era el desempeño de los empleados municipales y privados.

“No tardó en proponerse el premio 12 de Noviembre para el empleado municipal en el año 1928. La honorabilidad, la antigüedad y el buen desempeño eran las características del ganador. Igualmente, el premio Cuesta Garcés, llamado así por el jurisconsulto Ignacio Cuesta Garcés, premiaba a la empleada que se distinga por sus méritos. Funcionarias de la Oficina Telefónica y la Clínica Tarquino Toro Navas fueron las ganadoras en la primera edición”, mencionó la historiadora.

Cuestionar los actos

La historiadora asegura que las conmemoraciones del siglo XX fueron escritas, ideadas y gestadas en esta época por una élite ilustrada, esto significa que esta forma de recordar los festejos de la independencia, también va a influir en la forma de escribir la historia, que implica que esté construida desde los documentos y fuentes oficiales, tomándolos textualmente, donde se exaltan a los grandes héroes y se olvidan a otros personajes como soldados, mujeres y niños.

“Las conmemoraciones cívicas del siglo XX van a estar en completa correlación con las narrativas de la forma en que fue escrita la historia, de una forma tradicional que exalta a los héroes, invisibilizando a la mujer, categorías de clase etnia y género, que eran las formas de escribir historia”, comentó.

Torres aseguró que se puede ver al momento de la conmemoración de la independencia que existe un mínimo esfuerzo por reescribir y difundir la historia de Ambato y Tungurahua. “Por lo tanto se seguirá reproduciendo los discursos oficiales, se sigue festejando bajo una agenda festiva del siglo XX, entregas florales, justificándose bajo el paraguas de la tradición”, cuestionó Torres.

Las historiadora afirmó que no se ha resignificado la narrativa histórica de la independencia y tampoco el espacio de la celebración. 

“No quiero decir que las actividades que se realizan estén mal, pero sí señalar que hay que reflexionar, ya han pasado varias décadas desde el primer festejo de la independencia en la mitad del siglo XX y bien valdría la pena pensar que significó antes, que significa ahora”, comentó.

Además, habla de hacer un esfuerzo para integrar a la comunidad y sus narrativas a la conmemoración de la independencia. 

 “Cómo se pueden integrar a las poblaciones estas narrativas y cómo también generan sus propias narrativas sobre el proceso independentista, es decir hacer un esfuerzo por cuestionar este discurso hegemónico que se sigue reproduciendo y viendo en estos festejos”, finalizó.