El masticar chicle de forma frecuente puede acarrear consigo riesgos y beneficios para la salud de las personas que lo consumen.
Es común observar a las personas que, mientras caminan, estudian o realizan otras actividades, abren un paquete de chicles y comienzan a masticarlos.
Aunque pueda parecer una acción simple a primera vista, esta práctica conlleva una serie de beneficios y riesgos.
El acto de masticar chicle ha surgido como una práctica interesante en la búsqueda de estrategias para combatir el estrés y mejorar el rendimiento cognitivo.
Según los expertos, esta acción sencilla se ha relacionado con la reducción del estrés y la ansiedad, aliviando de manera efectiva las tensiones diarias de una manera asequible.
Masticar chicle sin azúcar, de preferencia con xilitol, estimula la producción de saliva, lo que a su vez neutraliza los ácidos presentes en la placa dental y limpia la boca. Esto no solo mejora la salud bucal, sino que también combate el mal aliento y reduce la cantidad de bacterias en la cavidad oral.
Sin embargo, no todo es positivo, ya que esta práctica puede ser perjudicial para la salud dental debido a que el azúcar alimenta el crecimiento de bacterias en la boca, aumentando el riesgo de caries. Además, el constante acto de masticar chicle puede provocar dolores de cabeza, molestias en la mandíbula y lesiones en la articulación temporomandibular.
Otro problema relacionado con esta acción es que puede causar dolor estomacal debido a la ingestión de aire, lo que provoca la formación de gases y, en algunos casos, el síndrome de colon irritable. (VAB)