La nueva especie de anfibio, nunca antes vista y descrita por primera vez para la ciencia, fue descubierta en la reserva Río Manduriacu, que se encuentra en Imbabura. Habita en las laderas occidentales de los Andes ecuatorianos, a 1.200 metros de altitud.
Nymphargus manduriacu, el nombre científico del anfibio, fue descubierto en una expedición que investigadores de varias instituciones iniciaron hace aproximadamente dos años para estudiar la biodiversidad de la reserva Río Manduriacu, que protege bosques primarios y la vida silvestre, y “aunque está bastante aislada, está siendo afectada por la explotación minera de oro y cobre”, sostuvo este martes 25 de febrero, Diego Cisneros Heredia, uno de los investigadores.
Añadió que “la minería se está convirtiendo en un peligro real, no solo para la nueva rana, sino también para toda la biodiversidad, las fuentes de agua y para quienes viven en la zona”.
Es endémica de Manduriacu
Tras el encuentro, los investigadores realizaron otras expediciones hacia el norte y sur de Río Manduriacu, incluso fueron hasta zonas de Carchi, Esmeraldas, Pichincha y Santo Domingo, que limitan con el lugar, pero no encontraron más individuos, indicó Cisneros, profesor de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Estos resultados hacen sospechar que el hábitat de Nymphargus manduriacu, que prefiere permanecer en los riachuelos, está restringida a la zona de Manduriacu, por lo tanto “tendría un nivel alto de endemismo a la zona donde fue descrita”, comentó.
Las ranas de cristal se caracterizan por tener una parte o la totalidad de la piel y los músculos del vientre transparentes, que permite ver los órganos, y la rana de Manduriacu también tiene esta característica, pero se diferencia de las demás porque su dorso es gris-verdoso, mientras las otras son de color verde brillante; además tiene puntos amarillos en todo el dorso y carece de la membrana interdigital.
La minería, una amenaza
La reserva Río Manduriacu es un área protegida privada que trabaja en la conservación de bosques primarios de la parte tropical de Imbabura, en colaboración con la Fundación EcoMinga y aunque esta reserva se encuentra bastante distante de zonas pobladas, está siendo afectada por la minería, aseguró Cisneros.
“Las concesiones mineras están en los últimos bosques tropicales del Chocó ecuatoriano, lo que sumado a la deforestación para extraer madera y expandir la frontera agrícola, se convierte en un problema serio”, comentó el investigador. (CM)
Equipo de investigadores
Juan Manuel Guayasamín
José Vieira
Sebastian Kohn
Gabriela Gavilanes
Ryan Lynch
Paúl Hamilton
Ross Maynard