Oficios que van desapareciendo con el pasar de los años en Ambato

ARTE. Hugo Gavilanez aún conserva su taller.
ARTE. Hugo Gavilanez aún conserva su taller.

El pueblo ambateño se ha caracterizado por ser personas trabajadoras y emprendedoras, siempre con el ánimo de generar fuentes de trabajos, permitiendo que gente de toda la provincia se radique en la ciudad para incursionar en empleos nuevos.

En las últimas décadas la innovación de la tecnología y el crecimiento industrial, ha afectado a distintos oficios que por años han sido sustento de varias familias locales.

De a poco se observa en las calles que pequeños locales de la urbe van desapareciendo, trabajos que antes eran rentables ahora ya no tienen clientes, y pronto se extingirán.

La pasión y nostalgia es lo que a los emprendedores ambateños los impulsa para seguir trabajando. (SVS)

El calzado artesanal

José Veintinilla de 70 años, oriundo del cantón Tisaleo caserío el Calvario, es uno de los pocos zapateros que se les puede observar realizando el oficio, tiene su pequeño taller en la ciudadela La Vicentina, donde su poca clientela acude, como él dice a dejarle las “obritas”.

Inició cuando tenía 12 años en la dura tarea por enseñanza de su primo, aprendió a hacer y reparar zapatos desde muy corta edad, recuerda con nostalgia que en aquella época utilizaban cáñamo y realizaban la técnica del vastiado para poner la suela, ya que en ese entonces no contaban con pegantes.

Radicado en Ambato desde hace cuatro décadas comentó que por la llegada de las plantas de caucho en los noventa provenientes de Colombia comenzó a bajar la rentabilidad del negocio, ya que en los buenos tiempos realizaba hasta una docena zapatos de suela a la semana y le pagaban por cada uno 60 sucres y los comerciantes vendían en Guayaquil hasta 120 sucres.

Actualmente solo realiza pocas reparaciones del calzado que sus clientes le llevan a la semana, y fabrica uno que otro zapato a la medida al año, ‘’este oficio va desapareciendo con el tiempo’’, mencionó Veintimilla.

Emplásticar ya no es rentable

En una esquina muy transitada entre las calles Juan Benigno Vela y Lalama, se ubica en una mesa pequeña con su artefacto eléctrico Pio Amadeo Jaramillo Moreno, que hace más de 30 años ayuda a sus clientes emplasticando todos los documentos que requieran.

Después de obtener el permiso del alcalde de esa época emprendió con su pequeño negocio, ‘’era rentable ya que tenía mucha clientela y poca competencia’’, comentó Jaramillo y recordó que el costo por emplasticar cada documento era de cinco centavos de sucre.

Mencionó que actualmente todos los locales cuentan con estos artefactos, ‘’si antes salía con 15 sucres al día ahora no hago ni seis dólares’’, afirmó.

A raíz que se modernizaron los artefactos eléctricos se fue perdiendo vigencia su pequeño negocio, con nostalgia explica que de a poco se desaparecerá su fuente de ingreso.

El arte de hacer guitarras

se apaga con el tiempo

En un costado al transitar por las gradas de La Mascota se puede observar unos llamativos instrumentos, creados en su local por el artesano Hugo Gavilánez, que por más de medio siglo vende a los artistas la calidad de sus guitarras que el mismo construye en su taller.

El arte de la ebanistería lo aprendió de su padre, a quien le enseñaron el oficio buenos maestros ambateños.

Gavilanez dijo que se va perdiendo de a poco la manera artesanal de hacer guitarras, ya que viene mucha mercadería China a bajo costo y que es difícil competir y eso afecta la producción.

Comentó que realiza seis guitarras a la semana y que la mayor parte entrega a negocios relacionados con la venta de instrumentos.

Entre los precios que oferta en su taller por un instrumento el más barato pueden adquirir desde los 40 dólares, dependiendo su costo o el tipo de madera que requiera el cliente, recordó que hace 20 años atrás una guitarra la ofertaba en su taller en 30.000 sucres.