Emilio Palacio
En el enorme rompecabezas de problemas medioambientales que tiene el Ecuador, lo de Olón es una pieza chiquitita. Si la empresa Vinazín construye los cuatro edificios contemplados en su proyecto, le causará cierto daño al ecosistema, pero que no tendrá mayor relevancia. Los ecuatorianos todavía recordamos cuando algunos malos productores de camarón devastaron miles de hectáreas de bosques en los años ochenta; y aun así nuestro bravo manglar resistió, y lentamente se fue recuperando.
Pero sería un gravísimo error, señor Presidente, si usted de allí saca la conclusión de que no debe darle mayor importancia al asunto; porque quizás Olón no sea uno de nuestros problemas ecológicos de primera magnitud, pero en cambio, en cuestión de días, se ha transformado en el problema político más importante de su gobierno desde que comenzó su mandato.
¿Por qué opino así? Porque para todos los demás problemas usted siempre tuvo una explicación que ofrecerle al pueblo. Nos hizo ver que la seguridad no se va a solucionar de la noche a la mañana porque peleamos contra mafias poderosísimas. Nos dijo que aumentar el IVA era una medida discutible, pero que las arcas fiscales estaban completamente vacías. Nos explicó que los cortes de electricidad no tenían una sino varias causas, incluyendo la corrupción y la irresponsabilidad del correísmo.
El pueblo escuchó todas estas explicaciones y las encontró razonables. Entonces se llenó de paciencia y en cada ocasión decidió darle una nueva oportunidad.
¿Pero qué explicación hay para que usted se empeñe en seguir adelante con la construcción de cuatro edificios en Olón, a pesar de la oleada de preocupaciones que ha levantado? ¿Por qué no suspende el proyecto y espera a que todas las dudas y confusiones se aclaren, y sobre todo, por qué no espera a que la población se sienta más segura?
Usted no necesita de las ganancias que podría obtener de un proyecto de tan poco alcance. Tampoco necesita demostrarnos que es un gobierno fuerte, porque acaba de ganar la consulta popular por goleada y porque le metió una paliza a López Obrador. Tampoco nos tiene que convencer de que el correísmo exagera cualquier error, grande o pequeño, porque eso ya lo sabemos de sobra. ¿Entonces por qué seguir alentando innecesariamente una desconfianza amarga, que no se va a esfumar contratando a un brujo, o a un buen publicista?
Tengo la impresión de que si usted se empeña en seguir adelante con el proyecto de Olón, el pueblo lo seguirá apoyando. Los ecuatorianos estamos hartos de golpes de estado y de inestabilidad política. Pero ya no será el apoyo al presidente joven que nos ofreció que gobernaría con otro estilo para transformar al Ecuador en una nueva Nación, sino ese apoyo vergonzante, que ya lo conocemos, de que “no nos queda más” o de que “cualquier otra cosa sería peor”.
El encanto se habrá roto. El sueño habrá llegado a su fin. Y eso se puede convertir en una bola de nieve que más adelante se vuelva imparable.