Glas no va más

Richard Salazar

Las últimas semanas hemos presenciado una trama que sería bueno fuera ficción, pero no lo es. La verdad es que desde el jueves el vicepresidente Glas está formalmente acusado por la Fiscalía en grado de autor de asociación ilícita. Su abogado, Franco Loor, repetía que no hay ni una sola prueba, pero ahora hay 28 por falta de una y la Procuraduría presentó una acusación particular contra 18 personas, entre ellas, Glas. Además, la Contraloría lo sancionó con destitución por responsabilidad administrativa en la adjudicación de un bloque petrolero.

El Vicepresidente, que desde el 2 de octubre se encuentra en la Cárcel 4 de Quito -gozando, según él, de vacaciones-, tendrá que defenderse en la Corte. Pese a todo, su abogado insiste en que no se debe promover ningún proceso en su contra. ¿Podemos imaginar un escenario más absurdo? Pues si bien el Vicepresidente es inocente hasta que se demuestre lo contrario, ello no quiere decir que no se desarrollen juicios, precisamente donde se deben presentar pruebas de acusación y descargo para que los jueces dicten sentencia, sea condenatoria o absolutoria.

En julio el CAL de la Asamblea desestimó la posibilidad de hacer un juicio político contra el Vicepresidente. Hoy, con nuevas pruebas, la oposición presenta otra solicitud para, en caso de tener 2/3 de los votos, proceder a la censura y destitución por responsabilidad política en casos de corrupción en los sectores que él manejaba. No obstante, los mojigatos asambleístas correístas, ahora solo 23, se opondrán con uñas y dientes, para vergüenza del país y de sus cargos.

Un gran favor haría Glas al país renunciando al cargo del que le fueron retiradas las funciones el 3 de agosto. Ahorraría además un trabajo a la Asamblea, que tiene muchas cuestiones de las que ocuparse. Es la Justicia la que debe dictaminar la culpabilidad o inocencia penal, pero un vicepresidente en prisión y acusado por escándalo de corrupción, por su propia dignidad, debe renunciar y dedicarse a defenderse, mientras los destinos del país toman los rumbos que su gente necesita.

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