Ecuador está cada año al borde de nuevos apagones porque tiene un sector eléctrico ineficiente, deficitario y politizado

ENERGÍA. El sector eléctrico ecuatoriano necesita inversión y transparencia para solucionar sus problemas.
ENERGÍA. El sector eléctrico ecuatoriano necesita inversión y transparencia para solucionar sus problemas.

En los últimos seis años solo se concretaron dos proyectos de hidroeléctricas pequeñas. La tarifa no alcanza para las inversiones necesarias para cubrir la demanda.

“Para mí la situación es de alto riesgo de apagones en este momento”. Fernando Salinas, docente universitario y expresidente del Colegio de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos de Pichincha (Cieepi), define así la situación del sector eléctrico ecuatoriano, que está bajo presión por la caída a mínimos históricos de los caudales que alimentan a las centrales hidroeléctricas (90% de la generación de electricidad en el país) y en aumento en el consumo de electricidad que ha llegado a pico del 17%.

Esa realidad actual no solo es resultado de que el estiaje (época de sequía en la cuenca de la Amazonía) haya llegado antes; sino que tiene que ver con un sistema eléctrico ineficiente, deficitario y politizado.

Inversión insuficiente

“El sector eléctrico es intensivo en capital. Se necesitan grandes cantidades de recursos y tiempo para nuevas inversiones. Sin embargo, ni siquiera se ha podido cumplir con lo establecido en el Plan Nacional de Electrificación”, puntualizó Salinas.

En los últimos seis años apenas se ha concretado la construcción de dos centrales hidroeléctricas pequeñas por un total de 100 megavatios adicionales de generación eléctrica. En ese periodo se debió incrementar más de 20 veces la generación eléctrica.

Como ha publicado LA HORA, desde 2020 comenzó a desvanecerse el excedente de generación producido por las hidroeléctricas construidas durante el correísmo; mientras el consumo de electricidad sigue al alza.

A pesar de ser un sector estratégico, y de tener varias leyes y reglamentos, no existen reales incentivos ni reglas claras para la inversión privada.

En carpeta están proyectos en fase de factibilidad y en diseño definitivo como las hidroeléctricas Santiago, Cardenillo y Chontal.

De acuerdo con Édgar López, ingeniero eléctrico, el próximo Gobierno deberá impulsar esos proyectos, junto a los cuatro ya concesionados de generación renovable y no convencional (Villonaco II y III por 110 megavatios, Fotovoltaico El Aromo 200 megavatios, Conolophus para la demanda interna de las Galápagos).

Los resultados se verán entre dos y seis años, pero las decisiones se deben tomar ya.

Estructura ineficaz

Uno de los grandes problemas del sector es que en los directorios y consejos de administración no se ubica a cuadros técnicos.

A eso se suma que Gobierno Central, alcaldías y prefecturas meten la mano para utilizar a las empresas públicas a su conveniencia política, según López.

Esta politización entorpece procesos como la conformación de fideicomisos para manejar los recursos de las empresas de distribución. En esas empresas, los representantes de los gobiernos locales son los que han bloqueado que caminen proyectos como el bloque de 500 megavatios y otros.

Además, poner en un mismo ministerio a hidrocarburos, minería y electricidad ha hecho que todo se burocratice.

Gestión deficiente

El índice de pérdidas técnicas y no técnicas, debido a una gestión deficiente de las empresas públicas del sector, ha aumentado del 11% en 2018 al 14% en 2022. De acuerdo con estándares internacionales, se debería tener un máximo de 7%

Al tener el doble del porcentaje de pérdidas, Salinas recalcó que se genera un hueco financiero de $210 millones por año.

La gestión pública se ha mostrado incapaz de reducir las pérdidas por robos de energía por parte de personas y empresas. Este hueco financiero complica la inversión.

Tarifas y subsidios

Las tarifas deberían cubrir todos los costos tanto de operación, mantenimiento y administración; además de lo necesario para la expansión de la capacidad de generación, transmisión y distribución.

“Eso sería el mundo ideal, pero la actual tarifa en Ecuador no cubre todos los costos, sobre todo los relacionados con la expansión del servicio para responder al aumento constante de la demanda de electricidad”, aseveró Salinas.

En un estudio de 2016 ya se establecía que en esa época se necesitaba una tarifa de al menos 15 centavos por cada kilovatio/hora. Sin embargo, actualmente en el país se cobra en promedio 10 centavos por cada kilovatio/hora

A la par existen altos subsidios que van al segmento residencial, a personas vulnerables por ingresos o edad y a industrias como incentivo para aumentos de producción y empleo.

Aproximadamente, la mitad del sector residencial, es decir 5,6 millones de personas, tiene tarifa subsidiada.

Toda esta estructura de subsidios significa cada año al menos $180 millones.

Obras con fallas

En el último mes y medio, se han develado secuelas de problemas que arrastran tres hidroeléctricas construidas en el correísmo. Estas infraestructuras, que en su momento costaron $3.620 millones, son Sopladora, Coca Codo Sinclair y Toachi Pilatón.

Los problemas van desde las fisuras y las fallas de diseño hasta la mala calidad de tuercas y arandelas utilizadas en la construcción. En el caso de Toachi Pilatón, la empresa rusa InterRao acaba de ganar un arbitraje de $50 millones contra el Estado ecuatoriano.

Todo esto le quita capacidad a la generación eléctrica ecuatoriana y aumenta los costos de operación. (JS)

¿Qué hacer frente al actual riesgo de apagones?

Lo primero es contratar generación térmica a través de una barcaza con motores de combustión a fuel oil (300 megavatios adicionales).

En segundo lugar, se debe estructurar un comité de crisis para reunir a todas las entidades del sector eléctrico, las empresas públicas y el empresariado privado.

Es clave establecer escenarios y rutas de acción en caso de racionamientos y apagones, e impulsar medidas de ahorro y consumo eficiente en las empresas y los hogares.

En los últimos años se descuidó el mantenimiento y repotenciación del parque termoeléctrico. Eso fue un error.

“No es un tema de satanizar la generación térmica, sino de encontrar el mix adecuado de fuentes para minimizar riesgos. Ecuador debería trazar una ruta de transición energética para 40 años”, concluyó Fernando Salinas, docente universitario y expresidente del Colegio de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos de Pichincha (Cieepi).