Banco de Alimentos, una opción frente al hambre

El BAQ recibe más de 700 voluntarios al mes.

El Banco de Alimentos de Quito ha beneficiado a más de 2 millones de personas desde 2003. Conoce más sobre este espacio. 

El Banco de Alimentos de Quito (BAQ) es una organización sin fines de lucro que se encarga de gestionar, clasificar y distribuir productos alimenticios para personas vulnerables. Uno de sus objetivos principales es la capacitación técnica de los voluntarios que llegan a la semana. Se les enseña a limpiar y manipular mediante capacitaciones técnicas para que aprovechen el alimento de mejor manera. Silvia Aguilera es una de las voluntarias. Ella alimenta a ocho personas en su casa con un pequeño canasto de frutas y verduras golpeadas. Silvia cuenta que saca la mejor parte del alimento para cocinarlo y hacerlo colada. “Me han enseñado a manipular los alimentos, a lavarme las manos, las uñas y a recomponer lo que está en los canastos”, dice Silvia mientras corta un tomate de árbol envejecido. 

A primera vista, parece que son científicos en un laboratorio. Todos usan gorros sanitarios, mascarillas y en algunos casos guantes de látex. Es difícil ver con claridad sus rostros.  Ninguno despega la mirada de los contenedores de plásticos que circulan por los estantes metálicos. Pero la realidad es que algunos voluntarios no tienen trabajo y colaboran en el banco porque necesitan comida.

Los voluntarios reciben capacitación técnica para manejar, restaurar y limpiar alimentos.

Contribuciones

Según datos del BAQ, han beneficiado a más de 2 millones de personas desde el 2003 con la entrega de platos de comida, la atención de organizaciones sociales y la capacitación de sus voluntarios. “La idea es romper los círculos de vulnerabilidad, no es seguir dando asistencia sino buscar programas que trabajen en que la persona se capacite o salga de su situación para que sea activa económica, laboral y socialmente”, indica la jefa de relaciones institucionales del BAQ, Patricia Pérez.  

El problema es que el BAQ no logra abastecerse completamente para ayudar a los que lo necesitan. “Lamentablemente, después de la pandemia, hubo un crecimiento [de personas que recurren al banco de alimentos]. Nosotros atendíamos a 40 000 personas antes de pandemia. Hoy estamos llegando, dependiendo de las donaciones, a 70 000 personas. Cuando hemos tenido producto, hemos llegado a 120 000 personas que atender en el 2021”, agrega Pérez. Lo que más necesita el BAQ es la proteína vegetal y animal. A la organización le hace falta alimentos como huevos, carne y pollo.

Algunos voluntarios reciben clases de repostería.

Contexto nacional

La donación por sí misma no puede erradicar el problema por completo. El consumo excesivo de alimentos y los modelos ineficaces de tratamiento de residuos perpetúan un sistema que genera grandes pérdidas de dinero y basura. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el Ecuador pierde $334 millones por las 939.000 toneladas de alimento desperdiciadas al año.  

Por esta razón, se busca implementar una economía circular que priorice la reducción, reutilización y reciclaje de los recursos. Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), China y Europa son los líderes en la transición hacia un modelo económico basado en la preservación de la naturaleza y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. “La sustentabilidad, maximización y optimización del uso de recursos, conjuntamente con la minimización en la producción de residuos, mejora la producción alimentaria y toda su cadena”, indica el economista Juan Carlos Salvador.  

Verduras, frutas y tubérculos: los alimentos que llegan con mayor frecuencia.

Ecuador es uno de los países con los más altos índices de desperdicio alimenticio en América Latina. Esta realidad se ve reflejada en ciudades como Quito, dónde se desperdicia 36 500 toneladas de alimentos al año, según la FAO. Si se toma en cuenta que existen 2,2 millones de personas en Ecuador con una dieta alimentaria insuficiente por la falta de nutrientes a nivel nacional, entonces podemos identificar que hay una clara deficiencia en el sistema de procesamiento, distribución y almacenamiento de los alimentos.  

Organizaciones como el BAQ contribuyen a mitigar las consecuencias de esta deficiencia. El caso de Silvia no es el único, Rosa Salas Remache también pasa por una situación similar, trabaja en el banco de alimentos porque necesita darle comida, ropa y medicamento a su hijo. “Para mí el banco es una ayuda bastante grande, gracias a ellos tengo que comer. Me han hecho aprender y me encanta estar aquí, no quisiera salir”, asegura Rosa. Tanto Silvia como Rosa aprovechan todas las oportunidades que les provee el BAQ para alimentar a sus familias. LA HORA LAB: Gabriel García USFQ