Un país a la deriva

Rodrigo Contero Peñafiel

¿Qué sucede en el mundo real donde las personas no tratan de modificar su conducta de manera consciente?

El poder y la indefensión tienen sus efectos en la patria en que vivimos, dirigida hoy por oficinistas que se pierden en estupendos despachos provistos de grandes butacas, donde la burocracia de turno demuestra su alto poder y donde reciben al pueblo, al que no representan, y no tiene poder alguno para cambiar el actual estado de las cosas. Pero el pueblo sí puede entrar en el subconsciente del burócrata gobernante para abrir la puerta de la realidad con la llave de la verdad y hacerle dar cuenta de su ignorancia y su marcada hipocresía.

El poder, sustentado en las influencias de turno, siempre tendrá miedo de vivir en libertad y de que se ejerza control sobre su forma de gobernar, porque reduce la auténtica libertad de la que tanto pregonan y a la que tienen manipulada según las circunstancias.

Los seres humanos somos los únicos que podemos controlar el trayecto de nuestras vidas, siempre que aprendamos a controlar las corrientes políticas y la dirección de los beneficios para llegar a nuestro destino. Si la ambición, la corrupción y el desparpajo dominan “las mentes lúcidas”, terminaremos estrellados contra las rocas de la ignominia y más tarde navegaremos a la deriva.

El país no cuenta con un capitán, oficiales, maestranza y subalternos que lo lleven a puerto seguro. La ambición y la corriente de comensales y oportunistas han destruido los cimientos del honor y la decencia. Es necesario entonces echar un vistazo al presente oculto, donde el juicio y la razón se han extraviado, para confiar en nosotros como ciudadanos y poder exigir a los gobernantes de turno que trabajen por nuestro futuro. Tenemos que dejar de ser neutrales y aprender a distinguir lo bueno y malo, para evitar la caída de una sociedad que va perdiendo la confianza en sí misma y en quienes nos rodean.

Un gobierno a la deriva, un Cpccs espurio, una Asamblea Constituyente sin rumbo, una justicia fraccionada, un pueblo confundido y decepcionado hacen que el poder de la mente de los ecuatorianos funcione de modo inconsciente.

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